GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Octubre de 2014

PUERTO LIBERTAD

El Uribe’s momentum

Para el Centro Democrático resulta inconcebible que Romaña y Timochenko hayan viajado a Cuba. En su lugar habrían podido ir un mago, una mezzosoprano o un chef. Si en este país hay gente decente -como José Obdulio- ¿para qué darle mojito gratis a lo peorcito de los ‘facinerosos’?

Dirán Uribe y su combo, que el proceso de paz sería menos ignominioso para nuestro ‘impoluto’ país, si los negociadores de las Farc fueran buenos muchachos; así como lo fueron Mancuso, don Berna y esas preciosuras que vimos hace unos años en el Capitolio.

¿Por qué gracia los delegados de este gobierno se sientan a negociar con la dirigencia subversiva? Seguro que un campesino adolescente recién reclutado para clavar las estacas de los cambuches tiene menos prontuario que los comandantes viajeros. ¿Por qué entonces, pedir a los más malos de los malos?

Y, ventaja adicional de haber negociado con el novato: ante la falta total de poder decisorio, el proceso rápidamente habría caído en la tierra del nunca jamás; todos se habrían levantado de la mesa, y Uribe estaría muy pero muy feliz, lanzando por twiter más diatribas de desamor contra un hombre sentado

Cuando el ex era amo y señor, (léase diferentes etapas de los Uribe’s momentum), la paz con las autodefensas era bien vista. Estaban ok, un tour en Córdoba para visitar las mansiones de los Mancusos; llevarlos al Congreso; los link con el clan Ochoa (¡los caballos son tan nobles!); los helicópteros de Tranquilandia, y todas aquellas cosillas de cuyo nombre no quisiéramos acordarnos.

Parece que en  el Uribe’s momentum todo se valía, y ahora, todo es pecado. La impolutez del expresidente y sus círculos de poder, no se la cree nadie; pero no importa: ellos eran los buenos. Los otros, son los malos y los feos. Y sí: claro que son malos y feos; y feroces, también. Pero resulta que la tarea es hacer la paz con ellos, no con las Carmelitas Descalzas… Ergo, tragarse un sapo del tamaño de una ballena es el precio que tenemos que pagar, si queremos algún día tener tiempo, corazón, presupuesto y conciencia, para hacer algo distinto a matarnos y defendernos.

Reflexión final: el perdón para los militares que cometieron crímenes de guerra, y descalabros estilo Palacio de Justicia. (¡Ojo! No estoy hablando de los falsos positivos: matar jóvenes indocumentados, para hacerlos pasar por guerrilleros, y obtener así una semana  más de vacaciones, o una medalla más dorada, es completamente asqueroso).

A ver: no tendría sentido un Romaña de cónsul en un país nórdico, y un Plazas Vega, marchitándose en detención. Sin embargo, recordemos que cuando el armisticio al M-19, el Fiscal de entonces propuso dar un tratamiento semejante a los militares condenados por delitos de guerra, y ellos, muy dignos, dijeron que no admitían ser comparados con los subversivos. Entonces, juicio y cárcel.

Si llegáramos al perdón legal y social ¿ellos seguirían negándose a ser beneficiarios de esa revolución conductual?

Con la venia de Porfirio: Hay días en que somos tan guerreros, tan guerreros, que hasta la misma paz, nos hace agonizar…

ariasgloria@hotmail.com