Refilosofía
Hay dos temas enormes sobre el tapete: paz y salud.
Ambos sensibles y urgentes, exigen humanismo y transparencia; inteligencia, conocimiento, presupuesto y buena fe. Ambos impactan la vida y la muerte de 45 millones de colombianos; ambos han sido manoseados, desviados e imperfectos; ambos requieren decisiones de fondo y acordar relaciones costo-beneficio (en lo político, social, humano, ético y financiero). Ambos necesitan más que reingeniería, refilosofía.
Hace exactamente una semana, este Puerto pidió que se le dijera al país la verdad; que si había diálogos, merecíamos saberlo.
Hoy, celebro que el presidente Santos le haya contado a los defensores de la paz y a los amantes de la guerra, a los escépticos, a los de ultra-cualquier-cosa, a los sensatos y a los indiferentes, cuál es el estado del arte de los diálogos de paz. Por mi parte, bienvenida la búsqueda de una solución no armada, y el rescate de la palabra; prefiero una ventana abierta a los acuerdos, que a los cementerios.
Pero aquí somos propensos al “palo porque bogas y palo porque no”, y ciertas personas (unas con voz, otras con rugido), han dedicado sus energías a abortar desde su incipiente gestación, esta posibilidad de paz.
¡A ver! Europa, Estados Unidos, ONG y las Naciones Unidas han declarado su respaldo al anuncio de Santos. Pero in house, el escepticismo y los Caguanes nos envenenaron la esperanza. ¿Acaso no nos debemos a nosotros mismos, la obligación de conceder siquiera el beneficio de la duda?
Bueno. Y ahora, salud.
El sistema necesita ser autosostenible; los recursos no son infinitos y generalmente hay más ojos puestos en la rentabilidad financiera que en la rentabilidad social.
Si uno habla de altruismo, corre el peligro de ser expuesto en la vitrina de un anticuario; la vocación, los principios y objetivos de quienes nos formamos como médicos en el siglo pasado, hoy están asfixiados por ansias de utilidad.
Se ha vuelto muy difícil mantener la dignidad de la profesión, de los hospitales y los pacientes. Lograr el equilibrio entre la rentabilidad social (función primera de la medicina) y la rentabilidad económica (función agregada por el mercado y el ánimo de lucro) es uno de los grandes desafíos que enfrenta la refilosofía del modelo.
En el estudio presentado ayer por Fedesarrollo (y financiado valdría la pena saber por quién), se dice que nuestro sistema es bueno, pero que es preciso “moderar el crecimiento del gasto”; señala que otro problema es la “indefinición en el derecho a la salud de los colombianos”. Ok. Empecemos entonces no por moderar sino por eliminar, los actos corruptos, los desvíos de fondos, las UPC dedicadas a financiar lavanderías, barrios y canchas de tenis. Y en cuanto a lo segundo, ya deberíamos saber que la salud es constitucional y éticamente, un derecho: no un pedazo de derecho, no un mordisco ni un rincón.
Insisto: refilosofía; a ver si rescatamos el humanismo y el respeto, la consideración y la decencia; relaciones sostenibles, de confianza, credibilidad y servicio.
Paz y salud: la conquista de la vida merece todos nuestros esfuerzos, y darle opción al renacimiento.