Glosas a la barbarie (XII) | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Diciembre de 2020

El propósito de la nuevalengua no era solo proporcionar un medio de expresión a la visión del mundo y los hábitos mentales de los devotos del Socing, sino que fuese imposible cualquier otro modo de pensar…

(George Orwell, Principios de nuevalengua). 

 

EL “Socing” es, en la literatura orwelliana, el nombre de la ideología del partido político gobernante que rige, entre otras cosas, el lenguaje. La ficción tomada como epígrafe no está muy lejos de la realidad contemporánea. Todo lo contrario. Es un espejo que descubre otra forma de la barbarie: la dictadura de la corrección política y el uso deshonesto que hace del lenguaje para manipular la realidad en favor de la dictadura ideológica de los tiempos que corren, verbigracia, de la izquierda intelectual y su portafolio socio-cultural. La corrección política, entonces, hace las veces de una policía del pensamiento encargada de ideologizar la lengua y torcer la verdad.  

Radicalmente, la corrección política de hoy es la nuevalengua sobre la que Orwell teorizó, es decir, una estrategia para asfixiar el entendimiento, mediante la invalidación irracional de cualquier discurso que contradiga lo autorizado por el poderío del instante. De hecho, la descripción que Orwell hace de la nuevalengua en sus Ensayos sobre lenguaje, política y verdad, bien podría ser una definición enciclopédica de la corrección política actual: “La nuevalengua estaba pensada no para extender, sino para disminuir el alcance del pensamiento” (Ob. Cit., p.169). Orwell, en fin, protege la verdad de los manoseos lingüísticos y entrega a la humanidad una obra profética. Su mensaje está vivo y su relectura es una exigencia formativa impostergable.

Axel Kaiser, el abogado chileno-alemán y doctor en Filosofía de la Universidad de Heidelberg que recientemente escribió el libro La Neoinquisición. Persecución, censura y decadencia cultural en el siglo XX, hace una crítica fundamentada a la corrección política: “Vivimos en la era de lo que se ha pasado a llamar corrección política, la cual podría definirse como una práctica cultural que busca la destrucción reputacional, la censura e incluso la sanción penal de aquellas personas o instituciones que no adhieran, desafíen o ignoren una ideología identitaria que promueva la supuesta liberación de grupos considerados víctimas del opresivo orden social occidental” (Ob. Cit., p.17). El título del libro lo dice todo. La racionalidad  está amenazada por la neoinquisición de la izquierda intelectual y su estrategia tramposa de lo políticamente correcto: “Como los tribunales de antaño, quien declara estar en contra de esta ideología se identifica con el mal exponiéndose a las turbas y a los tribunales populares de los medios de comunicación masiva y las redes sociales (…) Pero lo anterior habla de un problema aún más profundo, a saber, el colapso de la esfera pública como espacio de diálogo relativamente racional para dar paso al irracionalismo, esto es, a una dictadura de los sentimientos y de ideas enteramente subjetivas acerca de la verdad, lo cual ha sido siempre la antesala de linchamientos y de lógicas de confrontación tribal incompatibles con una sociedad libre” (Ob. Cit., p.17).

*Jurista y filósofo