Es cierto que estamos viviendo quizá el momento más convulso de este siglo. Pasar más de dos horas en Twitter (siempre será Twitter para mí) es quedar al borde de la Tercera Guerra Mundial. Pasan tantísimas cosas, y todas tan graves y complejas, que algunos temas pasan muy de agache.
Infortunadamente, los temas de tecnología no son muy debatidos. No marcan mucha agenda. Pero al final resultan ser transversales. Si usted pregunta a algunos de sus conocidos si sabe qué pasó con Google, máximo dirá que el buscador es bueno. Pero para el público general es casi inexistente el tema del monopolio.
¿Qué pasó? El juez de distrito de Washington, Amit P. Mehta soltó una sentencia con un mensaje que, aunque parezca menor, es histórico. “Google es un monopolista y actuó como tal para mantener su monopolio”. Volvamos a escribirlo para que quizá, y paradójicamente, el algoritmo de Google trate bien esta columna: Google es un monopolio.
¿Cómo comenzó la historia? El Departamento de Justicia el que demandó a Google, acusándolo de abusar de su posición dominante en los servicios de búsqueda. Valga señalar un dato tan sencillo como sorprendente: Google acapara el 90% de las búsquedas en EE.UU.
Los monopolios nunca serán buenos. Y no hay forma de negar que Google es un monopolio en las búsquedas por internet. Pero también roza el monopolio en el sistema operativo de los celulares. Solo un dato: 8 de cada 10 celulares utiliza como sistema operativo el famoso Android.
Hace poco Microsoft tuvo un fallo grave. Y puede pasar. Pero que poco se habló sobre su poder monopólico. Otro dato: 8 de cada 10 dispositivos tipo computador utiliza Windows como sistema operativo. Y quedó claro qué es lo que puede pasar si ocurre un fallo masivo. Casi que se detuvo el mundo y estuvimos a centímetros del pánico general.
Pero las consecuencias de los monopolios no se quedan solo en fallos masivos. ¿Qué pasa si un día a los genios de Google les da por cobrar por búsqueda de información? ¿Qué pasa si cobran, así sea un centavo de dólar, por tener Android en el celular? Anticipo su mueca diciendo que no es posible algo así. Y que el autor exagera. Pero…
Hasta ahora, la transacción se quedaba en que Google a cambio de la rapidez para encontrar algo era por nuestra información personal. No es que las búsquedas sean totalmente gratuitas. Ya es un cuento conocido. Pero todos los días pagamos con nuestra privacidad a cambio del motor de búsqueda. Todo podría cambiar algún día.
Ahora, viendo todo este tema desde el punto de vista general: los tecnológicos se han encapsulado en grandes monopolios. Y ya es muy tarde. Empresas como Google, como Meta y similares tienen más ingresos y ganancias de lo que generan cientos de países. Su valor en bolsa casi suma el PIB de medio Latinoamérica. Y eso es un problema.
¿Qué puede hacer un pequeño país del tercer mundo contra una empresa que genera casi el doble de ganancias que su pequeño PIB? Por eso, ese fallo que sacó la Justicia de Estados Unidos es más que relevante. Porque es poder contra poder. Y ahí si puede pasar algo.