Grande y grave compromiso | El Nuevo Siglo
Domingo, 13 de Mayo de 2018

A quince días de cumplir con el sagrado derecho y deber de dar el voto por quien a conciencia se crea que debe gobernar y dirigir acertadamente nuestra amada Colombia cada uno de los colombianos tenemos que tomar conciencia de que estamos ante un grande y grave compromiso que hemos de cumplir, y responder de ello ante Dios y ante la Patria. Cruzarse de brazos ante este deber con excusa, de los incumplimientos, y hasta traiciones, de quienes son elegidos, es falsa excusa pues siempre habrá fallas humanas en los escogidos, las cuales serán mayores en quienes previamente tengan malos antecedentes o ideologías que llevan al desastre moral y económico a los países. Los malos gobiernos los eligen los que se creen “buenos ciudadanos”, apoltronados en irresponsable e imperdonable abstencionismo.

Para dar el voto, y cumplir debidamente con la madre Patria, que reclama de sus buenos hijos necesario apoyo en palpables emergencias como las de Colombia en este momento, es preciso hacerlo en forma reflexiva, serena y libre, por quien, por encima de toda pasión o pequeños intereses, sea quien se estime la mejor entre las opciones para llevar adelante al País. Qué vergonzoso cuando esta tan importante actuación se llegue a dar por dádivas o promesas económicas, o por ciega pasión política de afecto o desafecto.

Para dar este paso trascendental es preciso, en primer término, tener análisis imparcial sobre la calidad del candidato, pues solo un árbol bueno puede dar frutos buenos. Hay que tener en cuenta su rectitud de pensamiento,  persona guiada por correctos principios morales y sociales, ser defensor de la familia fundada en la ley natural de unión entre hombre y mujer, que tenga hogar bien conformado, que sea claro defensor del fundamental derecho a la vida  desde su inicio  en el vientre materno hasta su muerte natural. Importante, igualmente, que tenga debido conocimiento y visión en lo económico y en lo social, con respeto a un bien encauzado derecho a la propiedad privada, con debida proyección y sensibilidad social, a la vez que respetuoso de derechos  como el de libertad religiosa y a objeción de conciencia, a la luz de las determinaciones constitucionales.

Necesitamos elegir un primer mandatario que respete la Constitución y la voluntad popular, sin atropellos a ellas, que no solo ofrezca como aliciente electoral sino que su pasado dé garantía de cumplir en el Ejecutivo, y propiciar en las otras ramas de poder, erradicación de procedimientos corruptos. Que asuma real compromiso, de afrontar las fallas en la educación, en cuanto a calidad y amplitud, atendiendo los reclamos en esto de toda la Nación lo mismo que de los vinculados directamente con ella, pero que no sean desbordados sino dentro de la posibilidad presupuestal, con nivelación similar a solicitudes de otros gremios. Es indispensable que esté listo a afrontar la grave problemática de la salud, y que busque poner en orden todo lo relacionado con la recta administración de una Justicia que sea garantía para todos los ciudadanos.

Sí votamos exigiendo en el candidato esas calidades, respeto a los principios y real compromiso con las situaciones mencionadas, habremos cumplido bien nuestro deber de buenos hijos, con la Madre Patria. Los creyentes invocaremos a Dios que nos dé sus luces, para acertar, y que nos dé lo mejor para Colombia. Venga lo que viniere, estaremos, así, tranquilos en nuestra conciencia, y satisfechos de este esfuerzo, como contribución a una paz verdadera. Esta solo será posible con el cumplimiento fiel y leal, sin subterfugios y amañados reclamos a acuerdos aprobados, así sean discutibles, encaminados a la paz, con apertura de todos a enmiendas que en forma realmente democrática se acuerden, luego. De esta manera habremos contribuido a la paz verdadera, que anhelamos todos los buenos colombianos.

*Obispo Emérito de Garzón

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