GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Agosto de 2014

Reiniciar

 

Se analizó el proyecto de  Mijail Gorbachov en Perestroika. Nuevo pensamiento para mi país y el mundo (Editorial Oveja Negra, Bogotá, 1987) y se consideró conveniente examinar lo que, respecto a su época, gestión e ideales, dijeron Eric J. Hobsbawm en Historia del Siglo XX (Crítica, Buenos Aires, 1998), Ronald E. Powaski en La Guerra Fría. Estados Unidos y la Unión Soviética, 1917-1991 (Crítica, Barcelona, 2000) y Abel Aganbegyan en La Perestroika Económica. Una revolución en marcha (Grijalbo, Caracas, 1990); el examen comienza con el primero de los críticos citados en síntesis apretada.

Gorbachov llega al poder en 1985 en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Esta inmensa nación comienza en 1917, previa la derrota de Rusia ante Alemania en la primera Guerra Mundial; se instala el socialismo, variante comunista, y luego, en la década de los veinte, del siglo pasado, retorna el capitalismo con la Nueva Política Económica vista la grave crisis imperante. Se reimplanta el régimen, transcurrido el caos, con los planes quinquenales y, viene la conquista de Europa del Este durante y después de la segunda Guerra Mundial acompañada por la incorporación de China a la órbita comunista; no sorprende que Schumpeter pensara que el futuro de la humanidad era el comunismo.

Gorbachov recibe un Estado policial, autoritario, sin libertad que libraba una ofensiva global mediante una economía decadente incapaz de sustentar a plenitud la superpotencia política y militar (Afganistán se volvió un problema similar al de EE.UU. en Vietnam) por lo cual se requerían reformas sustanciales; hubo conciencia de lo dicho, se concibieron los cambios y se pensaba que podían todavía llevarse a cabo. Sostiene Hobsbawm que surgió un conflicto insoluble entre la Perestroika y el Glasnost al estar en contradicción. Por  otro lado, las reformas eran elaboradas por una elite progresista, o sea, se promovían desde arriba y las masas debían ser persuadidas con el inconveniente de estar satisfechas con el sistema, a lo cual se agregaba la actitud negativa de la burocracia; cabe recordar que el golpe de Estado contra el presidente Gorbachov fue dirigido por el vicepresidente y el ministro de defensa de la URSS. Se ignoraba cómo realizar la transición económica, hubo desconfianza de los comunistas y los reformistas y se retrocedió, en extensión territorial, a la época de Pedro el Grande.