GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Mayo de 2014

LA DESESPERANZA

Los Pinochos

Para  quienes ya  veníamos hastiados de la desvergüenza y de la falta de respeto de quienes dicen liderar el país o proponerse para hacerlo hemos visto cómo esta semana anterior se han desbordado todas las previsiones.

Alguien escribió alguna vez que la expresión “politiquería” es cuando se unen los términos “política” y “porquería”.

Esta expresión es grave porque la verdadera política es de por sí noble y se centra en la construcción del “Bien Común” como el elemento fundante de la paz.

Molesta observar y escuchar cómo en los programas de opinión culpables de ayer aparecen como inocentes de hoy y casi todos ellos olvidan que sirvieron  por acción o por omisión a gentes manchadas de corrupción. Todos han tenido cargos altísimos de responsabilidad pero ninguno ha “realizado una obra” que lo defina. Personalmente me quedan apenas un par de dirigentes del país a quienes admirar y si es un par no son tres y eso funda el desasosiego y abre senderos a la desesperanza.

Y es que  si la política no va fundada en la obligatoriedad de la construcción del Bien Común es detestable y debiera ser proscrita.

Enoja escuchar a diario ese catálogo de frases repetidas y convertidas en lugares comunes como: “Vamos a investigar a fondo”; “vamos hasta las últimas consecuencias”; “que se pudran en la cárcel”; “esto da asco”,  “iniciamos una persecución sin cuartel” son expresiones que circulan acompañadas de otras peores e irrespetuosas y sobre todo la cara de inocencia de quienes las dicen sabiendo -quienes los escuchamos- que son culpables. 

Todas son frases que se coronan con aquello de “poner la cara” dicha por una serie de personas que se consideran exactamente como “descaradas”.

No hay en quien confiar. Ninguno de los líderes es creíble. El único que en su momento supo manejar la situación que le planteó el narcotráfico y la compra que realizaron esas organizaciones del poder fue Pastrana. Y uno no puede meterse en organizaciones que se distinguen por su fragilidad ética y el permisivismo moral. Es por eso que hay que salir huyendo de lo que hoy llaman “partidos” que son verdaderamente diferentes  de aquello que imaginaron quienes los fundaron. Hay gentes con demasiadas palabras, demasiados “directores espirituales” , demasiado “bla bla bla” de gente sin principios y de aquellos que tienen el gran defecto de no tener dudas.

Carlo Collodi inventó al inocente “Pinocho” a quien al mentir le crecía su nariz de madera. Nosotros inventamos a los “Pinochos culpables” sin encanto que mienten con una enorme naturalidad pues al parecer nacieron para eso.

Es preciso volver a empezar; necesitamos al menos tres generaciones para que la esperanza renazca. Esta época de la “Patria corrupta” ha de abrir paso a los constructores de una sociedad nueva donde la honestidad sea de nuevo el punto de partida de la “meritocracia”.

guilloescobar@yahoo.com