GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Junio de 2014

De vencedores y vencidos

 

Gracias  a Dios porque con el triunfo de Santos podemos seguir trabajando por la paz. Sin embargo, hay un gran perdedor: Colombia.

La Patria sale lacerada de la campaña. Difícilmente se volverá a ver tanto cinismo, tanta mentira, tanta desvergüenza, tantas máscaras de gentes  queriendo aparecer como honradas cuando en verdad  -si se miraba bien- eran  la mueca triste de esa corrupción de los fines y de los medios que haría ruborizar a los grandes maestros de deslealtades que han existido.

Qué lástima que el país albergue a esas personas que mienten hoy sabiendo que lo hacen y que mañana afirmarán con la misma falsa inocencia que no fue así como lo dijeron y, lo que es peor, manifestarán ser capaces de “poner la cara” como si ello solucionara algo. “No pidan permiso -si los sorprenden- pidan perdón” parece ser la norma que algunos piensan hacer regir para el futuro de esta Nación que a decir verdad merece mejor suerte.

Y la merece porque la inmensa mayoría es gente buena. Unos la llaman “mayoría silenciosa”, lo que no es cierto ya que la evidencia indica que lo que hay es una “minoría sorda”.

Solo Jesucristo pudo decir válidamente que “el que no está conmigo está contra mí” pero hemos escuchado megalómanos que reclaman la frase como divisa propia y se erigen como conciencia de todos. No se puede menos que recordar a aquel personaje de la obra de Don Juan Tenorio que decía de sí mismo: “Por donde quiera que fui / la razón atropellé, / la virtud escarnecí, / a la justicia burlé… /Yo a las cabañas bajé,/ yo a los palacios subí,/ yo los claustros escalé /y en todas partes dejé /memoria amarga de mí “. De este tipo de dirigentes debería prescindirse si hay la intención de corregir el rumbo.

Y más aún la misma degradación del lenguaje. Da “asco” escuchar de un político la afirmación de que el planteamiento de su adversario “da asco”. Nadie puede llegar hasta allá sobre todo cuando para ser alguien pasando por todos los hornos pseudo ideológicos de que el país dispone.

Ojalá las nuevas generaciones traigan consigo otro  tipo de seres humanos que sean diferentes a la mayoría de los que hemos visto en esta contienda. Gente nueva que se informe y se forme; que aprendan que no todo es negociable y que digan -sin tantas palabras y sin dar alaridos- las cosas como son.

Se necesita gente que diga la verdad, capaz de detectar y de combatir la corrupción. Se necesita que haya instituciones y personas que “hablen a tiempo” y al hacerlo corran riesgos. Que la Iglesia y las distintas confesiones religiosas digan su palabra y lo hagan igualmente quienes encarnan la sociedad civil para orientar a las gentes ya que era ahora cuando debían hablar y no lo hicieron.

Colombia es la gran derrotada de esta contienda electoral pero si aprende la lección puede ser que no sea demasiado tarde.

guilloescobar@yahoo.com