Guillermo León Escobar | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Diciembre de 2014

UNA PUERTA A LA UNIDAD

Los desafíos de Francisco

 

NO  son fáciles los días que han terminado con el regreso de Francisco a Roma. Sin duda alguna es un hombre capaz de asumir tareas complicadas que sin ser nuevas marcan la continuación de las iniciadas desde el Concilio Vaticano II en procura de lograr reunificar la cristiandad.

Muchas personas unidas por el afecto y el reconocimiento que despierta el Obispo de Roma expresaron temor -especialmente en este viaje- por ser a tierras de dominante mayoría musulmana. Nadie duda que la seguridad del Papa está vinculada no solo a la que le puedan ofrecer los países anfitriones sino las propias instancias que la Santa Sede maneja y que por lo común se agotan para el imaginario popular en la simpatía y seriedad de la famosa Guardia Suiza lo cual no es cierto ya que en el esquema de seguridad convergen otras modalidades.

Sin embargo -como se dice en esos ámbitos de la protección de personas- la mayor seguridad la ofrece la propia muchedumbre que lo acoge y que devotamente no lo desampara.

Pero es preciso meditar en algo más y es que Francisco cree en la Providencia y en que ella no lo deja de su mano y en que si bien “no sabemos ni el día ni la hora” es el Señor el que marca la ruta de inicio y del final de nuestros actos.

Sabe bien Francisco que estamos al borde de  quienes tratan de incendiar el mundo con “fundamentalismos“ religiosos en los cuales se trata que Dios se convierta en cómplice de las aventuras desbordadas de la vanidad y del poder.

Francisco fue al mundo musulmán con la mano tendida a esa otra gran religión monoteísta cuyos mejores líderes apuntan hacia la paz con la misma sinceridad que los que entre nosotros saben que hay que desactivar violencias porque solo haciéndolo podremos abrirle perspectivas a la vida.

Violentos de vocación hay en todas partes y son ellos gentes que se garantizan no tener riesgos personales pero convocan a “todos los demonios” de la violencia porque -y en esto no hay que mentirse- hay quienes viven de las muertes ajenas.

Muchos son los musulmanes pacíficos que han caído víctimas de la gumía fundamentalista y muchos son los cristianos que han padecido también muerte y destierro y necesitaban sentir y ver que el Papa no temía y estaba allí alentándolos y reclamando para unos y otros por su seguridad y respeto a sus derechos ante una comunidad internacional que difícilmente supera la fase de comunicados, de ayudas tardías y de ofrendas florales.

La visita de Francisco ha sido al mismo tiempo un reclamo a la comunidad internacional para que despierte del letargo y del temor. leer sus discursos y sus homilías son lecciones claras de humanidad que encajan exactamente con la tónica del viejo Pablo de Tarso que nos acostumbró a profesar claridades que hoy día son de obligatorio reconocimiento.

Desde Turquía -tierra del apóstol Pablo- acaba de hablar Francisco abriendo una puerta más a la unidad y múltiples caminos para aquellos que sin creer en quien creemos nosotros buscan caminos de convivencia.

guilloescobar@yahoo.com