Fe en la Causa
Celebra el país hoy el día del Ejército Nacional. Siempre serán pocos los elogios que reciban quienes en Colombia son los garantes ciertos de la paz y de la seguridad. El mérito de los soldados es tan grande que el país seguirá siendo deudor de los honores y de la cuota de bienestar que a ellos corresponde en justicia. Un verdadero General se reconoce por el afecto hacia sus soldados, por la valoración de sus esfuerzos y porque a pesar -o gracias a ella- de la reciedumbre se les tiene en el aprecio de quienes cotidianamente ratifican la voluntad frente a la Patria de “morir por defenderla”.
El valor básico es el de “ser soldados” y en los oficiales de mayor graduación -aun entre los Generales- lo que más se aprecia es reconocer en ellos el soldado que fueron y valorar si lo siguen siendo. Es por ello que es muy difícil que haya Generales “honoris causa”, porque el militar es otra dimensión de la inteligencia que solamente puede ser apreciada por quien tenga conciencia de la Historia y no del simple acontecimiento.
Por ello llama tanto la atención el distintivo del Ejército con el lema “Fe en la Causa” como aquellos que son portadores de un “comportamiento ético superior”, que fue la respuesta institucional y personal a quienes con sus actuaciones dieron razones para dudar a algunos sectores de la población.
La “Causa” será siempre la Paz de Colombia. A ese propósito se orientan las acciones del Comandante de la Fuerzas Armadas, del Comandante del Ejército y de quienes ordenan las diferentes fuerzas. Ya pasaron aquellas épocas en donde la guerra se consideraba una de las condiciones para el progreso según Renán o “la tormenta que purifica el aire” al decir del Barón Von Stengel. El mayor sentido del heroísmo es el del militar que se sabe combatiente de la paz.
Colombia avanza con su Ejército por este sendero creando condiciones para la convivencia, ambientando la convergencia con las comunidades, haciendo que Colombia siga siendo posible.
Sin embargo, hemos de constatar lo que ya la sabiduría popular decía en el siglo XIX, ya que en el mundo civil es donde se anidan e incuban hoy las intolerancias y las injusticias, los atentados al Bien Común que impiden pensar seriamente en la Paz.
El refranero popular de entonces afirmaba que “en Colombia, que es la tierra de las cosas singulares, dan la Paz los militares y los civiles la Guerra”. Sería bueno que pensaran en eso los parlamentarios, los directores de unos partidos políticos repletos de pasado y carentes de futuro, los que se oponen a la justicia real que procura la “Ley de Víctimas” y la restitución de las tierras y a aquellas iniciativas que buscan abrirle puertas al “Bien Común”.
Hoy hay que honrar al Ejército y a los soldados de Colombia. En ellos está un pilar ineludible de la soñada Paz.