GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Mayo de 2013

El arte de preguntar (I)

 

Dicen  que cuando al tonto se le señala el cielo con el dedo se queda mrando el dedo y jamás pondrá su mirada en  el confin de la creación. Hay gentes que son así y dificilmente van a cambiar porque la tonteria es incómoda para los que padecen sus efectos no para quienes poseen el “defectico” de poner a prueba a los demás en su paciencia. Sin embargo, existen los “tontos de espíritu” que son preguntas que ellos consideran respondidas desde hace  muchos siglos. Muy diversos a los “pobres de espíritu” y que se extrañan porque la gente, nosotros, nos hacemos

Aristóteles afirmaba que la inteligencia se descubre  más en el  arte de preguntar que en el de responder. La pregunta es ya filosofía; la pregunta es teología, (sería  bello mirar desde esta perspectiva el Evangelio y la Escritura en general. Nos acercamos a Dios cuando tenemos una pregunta: “Maestro: qué debo hacer para...”) .

Una generacion no le puede quitar a la otra el privilegio de preguntarse, de interrogar a Dios, a la Creación, de  preguntarse a sí mismo.Y menos aún  no le puede escamotear el que se dé sus propias respuestas.

El mal tradicionalismo, el enfermizo (?) conservadurismo le entrega a una generación las preguntas y las  respuestas  evitándoles el desafio (el “des-afidare” ) ¡de poner a prueba su fe! Como las convicciones no se han hecho carne y sangre de cada quien son endebles. Los Santos y los Martires solo son posibles en esas personas que, en su momento, se han interrogado y han buscado y construido sus respuestas aplicando aquello de que “una buena razón para vivir es también una buena razón para morir”.

Quien no se ha preguntado no tiene respuestas, no ha vencido el facilismo de la masa, no tiene “convicciones” y está preparado para caer en el “relativismo” que algún escritor colombiano expresaba con aquel trágico acierto de que “todo no vale nada y el resto vale menos”.

El relativismo que los europeos hoy indagan por caminos equivocados no es otra cosa que el haber perdido  la capacidad de preguntarse, de arriesgar con humildad pero con entereza -que no se oponen- las preguntas que son básicas para sentirse “actor” en esta historia y subirse al escenario del Existir con propiedad, sintiendo que el propio vivir -gracias a Dios- algo añade a la historia de la humanidad. Los pensadores europeos  hacen preguntas desde la nostalgia de su relativismo y fabrican respuestas igualmente relativas que no tienen vigencia porque les falta el “Entusiasmo” (en -Theos ), es decir, la capacidad de hacer la pregunta teniendo a Dios dentro del alma, haciéndolo participe de este interrogar que “aumenta nuestra Fe”.

Las verdaderas preguntas solo surgen desde la Fe. Es un error garrafal pensar que la fe no soporta la interrogación, por el contrario, ella la promueve y es por eso que las generaciones de hoy deben ser aplaudidas porque tienen preguntas .

guilloescobar@hotmail.com