GUILLERMO LEÓN ESCOBAR HERRÁN | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Agosto de 2011

De estas y de todas las violencias


“Se golpea físicamente y con las palabras, con los gestos”


SE  duele el país en estos días por la agresión de un técnico deportivo contra una mujer desconocida. Se han inventado todas las versiones posibles como si fuera un caso excepcional y no uno de los hábitos de esta sociedad que -carente de firmeza en sus valores- resuelve al final sus desacuerdos con violencia y no sólo física sino sicológica de hombres contra mujeres, de mujeres contra hombres, de ellos y ellas entre sí, de padres contra sus hijos, de estos contra aquellos, de jóvenes contra ancianos y, lo más grave, esa violencia mórbida pero letal que es la indiferencia.


Quien diga que sale confiado a caminar por la ciudad está más lejos de la mentira que de la verdad; muchos tenemos pánico cuando nos interpelan algunas fuerzas del orden que dicen vigilar la ciudad que ante cualquier disenso lanzan aquella sentencia de: “es su palabra contra la mía”, frente a lo cual uno revive de urgencia la sabiduría que reza que no se discute con un hombre armado.


Esto puede parecer injusto y lo es frente a esa enorme cantidad de servidores del Estado que se dejan a diario la piel por defendernos, pero que inexplicablemente no detectan que parte del problema de seguridad lo ocasionan algunos que portan el mismo uniforme y que debieran ser re-educados y no permitir que borren con ignominiosos gestos lo que hacen quienes abnegadamente sirven las exigencias de su juramento.
La violencia se ha ubicado en el país; se golpea físicamente y con las palabras, con los gestos y con la indiferencia. Eso es terrible. La calumnia va y viene azotando la tranquilidad espiritual de las gentes.


El dirigente deportivo que se autorreconoce culpable no imaginó nunca que serviría para que el país se desahogara permitiendo que se agolparan presuntos inocentes para condenarlo sin dejarle ninguna salida posible. El Evangelio afirma en un episodio que ante la pecadora fue dicho: “Quien esté libre de pecado, tire la primera piedra”; eso en Colombia es peligroso porque somos un país de “presuntos inocentes” donde si alguien se reconoce culpable será sepultado por un alud de guijarros ya que, como se acabó el “sentido de culpa” y desapareció el antiguo concepto “del temor a Dios, que es el principio de toda sabiduría”, el riesgo es enorme.


Nos han metido en el alma que debemos estar atentos a defendernos porque el prójimo es el agresor, que hay que tener éxito a cualquier precio; que “no hay que pedir permiso sino -en el caso de ser topado ‘in fraganti’- hay que poner la mejor cara y pedir perdón” y reconocer a lo sumo que uno es muy de malas.


La educación desde la familia, la escuela y la comunidad debe ser reformulada desde sus cimientos. Se trata de acompañar principios predicados con ejemplos cumplidos. Hay que estar en esta cruzada. La paz comienza por casa.
guilloescobar@yahoo.com