Muchas y variadas campañas se han adelantado en nuestro país, algunas con excelentes resultados Y otras no tanto, pero todas con el tiempo olvidadas independiente de los efectos finales. Una de estas muy publicitada y conocida es la acostumbrada los fines de año por el gobierno y las autoridades, contra el uso irresponsable e indiscriminado de la pólvora, empeño que cada Enero nos arroja resultados desconsoladores y dolorosos que no vamos a enumerar; resultados que con el paso de los meses se van olvidando, para terminar al fin del nuevo año con una nueva campaña, repitiendo los motivos y estrategias utilizadas en calendas anteriores, sin lograr los efectos añorados por los legisladores y autoridades de diferentes niveles.
Invito a que hablemos de pólvora por esas razones, no podemos continuar repitiendo el libreto año tras año, es urgente tomar dediciones de fondo que orienten y controlen el uso oscuro e imprudente de este elemento. Existe legislación al respecto pero de difícil control y cumplimiento, inclusive se responsabiliza con sanciones a las personas que permita la manipulación de estos artefactos por menores de edad, disposiciones que siguen sin lograr los objetivos perseguidos, quedado en últimas el control de la venta, fabricación, y transporte de artículos pirotécnicos a la policía, cuando en el fondo es compromiso de toda una sociedad. Somos conscientes que amplios grupos están dedicadas a esta actividad derivando su sustento de la fabricación y comercialización de sus productos, entendemos también que para las fechas navideñas se logran considerables ingresos en estas comunidades, a las que no se trata de perseguir, pues a más del tema laboral enfrentamos la tradición, a la que no podemos dar la espalda tan olímpicamente. Pretender exterminar la pólvora de nuestro medio no es perspicaz, romper con la tradición instauraría resentimientos incalculables. Por ello hablemos de pólvora.
El legislativo ha presentado proyectos para reglamentar la manipulación de estos elementos, lo que demuestra cierto interés sobre el asunto que cobra prestancia por estos días; que saludable sería lograr una reglamentación fácil y flexible que aglutine profesionales en el manejo de los pirotécnicos, fijando requisitos susceptibles de control y vigilancia por diferentes entidades de las administraciones así como la comercialización que, en últimas, es el centro del problema. Se pide a gritos una regulación estable, donde se identifique y autoricen los puntos de venta bajo estrictas medidas de seguridad, porque la producción amerita ciertas conductas preventivas que se pueden controlar; las fábricas y los obreros son susceptibles de inspecciones periódicas, pero la venta y manipulación son muy difíciles de controlar.
Esperemos, pues, que para la próxima navidad contemos con normas que nos permitan ser optimistas frente al manejo de la pólvora y todo el material pirotécnico, que tanto colorido le da a nuestras fiestas de fin de año.