“Respondamos hábilmente ante la vida”
Todos los seres humanos tenemos responsabilidades: es parte clave del existir, sin la cual no habría evolución. El primer compromiso, el fundamental, es con nosotros mismos. De allí se deriva el resto.
Parafraseando al primer mandamiento, es preciso ser responsable con el prójimo de la misma manera que somos responsables con nosotros mismos. Es decir, ¡necesitamos ser responsables con nosotros mismos primero! La ley divina, ese básico enunciado sobre el amor, suele ser malentendida pues se interpreta como anteponer al prójimo a sí mismo, como claro ejemplo de la herencia judeocristiana que por una visión propia de los estoicos privilegió el sacrificio y el sufrimiento por encima de lo que en realidad es el amor. Para verdaderamente olvidarse de sí mismo, fusionarse con el Todo, primero es necesario auto-reconocerse, integrarse, amarse. De lo contrario, el ejercicio es una inútil ilusión egoica que nos hace creer que somos mejor que los demás por la entrega que hacemos. Ese fiel compañero de camino que es el ego, con y desde el cual podemos aprender permanentemente, es muy hábil y se cuela en las mejores intenciones. Por ello es preciso estar alerta.
La responsabilidad con nosotros mismos debe ser total: solamente en la medida en que nos auto-reconozcamos como totalidades podremos verdaderamente ir alcanzando la armonía. Por obvio que parezca, somos espíritus encarnados en lo denso de la materia, somos cuerpos llamados a la trascendencia. Así como alimentamos al cuerpo que somos, sobre lo cual la consciencia se ha ampliado hacia una nutrición saludable y la práctica de un sinnúmero de rutinas físicas, también requerimos urgentemente atender a nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestro sentido de trascendencia. Cuando emerge la enfermedad, a través del cuerpo físico nos llega la notificación de algún sentipensamiento que sanar; no es por casualidad ni fatalidad que un ser humano desarrolla desde gripa hasta cáncer, como tampoco es gratuito hacer un infarto cardíaco o un ACV, tener un tropezón o un accidente. Si alguna enfermedad surge hay alguna tarea pendiente de realizar, un llamado que espera una respuesta sensata.
Responsabilidad es responder hábilmente ante los problemas de la vida. Necesitamos desarrollar la habilidad de escucharnos a nosotros mismos, de leer las señales, de indagar por qué no está fluyendo la vida como quisiéramos y reconocer también por qué sí. Cuidarnos no es solamente ir al gimnasio; eso es solo una parte. Ser responsables con nosotros mismos para por cuidar nuestras emociones, identificarlas y tramitarlas, para desidentificarnos de ellas. Hacer la tarea también es alimentarnos en pensamiento, nutrirnos del conocimiento necesario para interactuar en el mundo y, sobre todo, desarrollar el conocimiento de nosotros mismos. Completar la tarea es percatarnos de nuestro sentido de trascendencia, desde la apuesta espiritual que cada quien tenga, pues no hay caminos únicos. Ser responsables es reconocer que nuestra vida y toda vida es sagrada. Respondamos hábilmente, hagamos la tarea para honrar la sacralidad de la vida.