HENRY BRADFORD SICARD | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Mayo de 2014

Primera vuelta

 

Nacimos en el país de la diversidad: diversidad de flora y fauna, de culturas, de regiones, de climas,  de alimentos… ¿en qué momento empezamos a castigarnos por tener diversidad de pensamiento? ¿En qué momento pensar diferente se convirtió en un crimen? ¿En qué momento no comulgar al 100% con las políticas del Gobierno actual me “convirtió” en un paraco, ultraderechista, neonazi y amigo de la guerra?

La polarización de pensamiento, en el Gobierno que nos rige en la actualidad, ha llevado a que desde hace un tiempo cualquiera que no piense igual al Presidente, se convierta en un enemigo de la paz. Yo, como ciudadano del común,  quiero reclamar mi derecho a pensar diferente sin tener que, por ello, ser tachado ni señalado como  ultraderechista o guerrerista.  ¿Por qué los medios persiguen al que piensa diferente? ¿Por qué el Gobierno tiene la necesidad de dividirnos y hacernos sentir que la mitad del país que piensa diferente es la ¨mala¨? ¿Por qué no podemos convivir, respetando la diferencia y aceptando que el crecimiento viene de la pluralidad, de la libertad de pensamiento y de los aportes que podemos hacer todos desde los distintos puntos de vista?

Esta semana tenemos la gran responsabilidad de votar en la primera vuelta por quien llevará las riendas del país durante los próximos 4 años; esta responsabilidad, sumada al compromiso de todos los ciudadanos de hacer una reflexión sobre los diferentes candidatos para tomar una decisión personal, es lo que tendremos que hacer a conciencia antes del próximo domingo. En un escenario político estándar tendríamos la posibilidad de oír a los candidatos presentar propuestas y proyectos en materia de economía, salud, infraestructura, educación, temas sociales, empleo, vivienda, relaciones internacionales y posibles acuerdos de paz. Infortunadamente, nada de esto es así; por el contrario, esta campaña ha estado atravesada por una guerra sucia sin precedentes en nuestra historia; en vez de proyectos, tenemos denuncias penales, infiltraciones, mentiras y hasta el papel protagónico de actores como la Fiscalía, que lo que hace es desviar la atención de lo realmente importante para nuestro futuro. ¿Cómo puede ser posible que el tema fundamental de la paz, que el país clama desde hace varias décadas, sea ahora utilizado de manera frontal para lograr una reelección y el candidato-Presidente sea el “dueño” único de la paz? ¿Cómo es posible que cuando se investigan ciertas situaciones legales de su contrincante más fuerte, que deben ser reserva del sumario, salgan a la luz pública sin ningún filtro y desde luego, sin ninguna confirmación jurídica?

Como ciudadanos estamos llamados a fomentar la pluralidad, la creación de nuevas ideas y  de nuevas realidades, que solamente se logra desde la diferencia, la libertad de pensamiento y la aceptación respetuosa del otro; los electores tenemos que hacer un mayor esfuerzo por transmitir el valor que tiene la pluralidad y la aceptación de otros puntos de vista, bases fundamentales para la construcción de la democracia.

Espero que podamos hacer un buen juicio de valor sobre las propuestas de los candidatos sin dejarnos nublar por la guerra sucia orquestada por los expertos en esos temas.