HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Marzo de 2012

De París a Tlatelolco

Nací en 1968, diez días después de la Noche de Tlatelolco, cuando en la plaza de las 3 culturas de Ciudad de México fueron asesinados los estudiantes universitarios por pronunciarse contra el régimen; hecho cometido por el grupo paramilitar “Batallón Olimpia” y el Ejército mexicano en contra de una manifestación convocada por el Consejo Nacional de Huelga, órgano directriz del movimiento que involucraba estudiantes, profesores e intelectuales, últimos dos grupos que poco se vieron en protestas chilenas y colombianas. Aún se desconoce la cifra exacta de muertos y heridos. El Gobierno mexicano de esa época, presidido por Gustavo Díaz Ordaz, dijo que fueron sólo 20 los muertos, pero en 1971 Elena Poniatoiwska (en realidad, la p Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, hija del Príncipe heredero Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski, descendiente directo del rey Estanislao II Poniatowski de Polonia y de María de los Dolores (Paula) Amor de Yturbe), en su libro “La noche de Tlatelolco”, publicó la entrevista de una madre que buscó entre los cadáveres a su hijo y reveló que por lo menos había contado 65 cadáveres en un solo lugar; a esas víctimas se les llamó “los 68 del 68”.
El mismo 1968, en mayo, se produjeron en París los hechos de la primavera, propuesta pacífica, alegre y juvenil en la que se hicieron famosas pancartas, como aquellas con frases como “la imaginación al poder” y “prohibido prohibir”, que mostraron el ingenio intelectual de los estudiantes de pregrado de la Universidad de París, ubicada en la plaza de La Sorbonne, luego presentada como “una epopeya transformadora de la política, del pensamiento y de la historia”, liderados por Dany el Rojo, hoy el diputado Daniel Cohn-Bendit, quien estuvo al frente de la protesta estudiantil, la cual reflejó el papel que jugaba la juventud como motor de la transformación revolucionaria. Pero este movimiento, que surgió de manera espontánea, resultó efímero, como está ocurriendo hoy.
La reforma a la Ley 30 de Educación Superior debe ser para la reorganización del sistema, así como de la Educación Superior, entendida como bien público, un servicio público y un derecho; le corresponde al Estado garantizar su acceso a todos los ciudadanos con mérito para ingresar, y así garantizar el desarrollo de la sociedad y del país.
¿Se concertará un proyecto que esté acorde con las necesidades de los educandos, los educadores, el Estado y las universidades?
hernanolano@gmail.com