Hace un tiempo en esta columna hablamos de los famosos hipopótamos de Puerto Triunfo y sus alrededores, propusimos a las autoridades competentes tomar las acciones pertinentes dentro del abanico de posibilidades de manejo integral que, en todo caso no debería ser la letal la única salida. Los consensos son difíciles de lograr para resolver de fondo este conflicto entre los animales racionales, los animales no racionales endémicos del macroescosistema y los hipopótamos como especie introducida, máxime cuando está demostrado que aquí se volvió costumbre que las autoridades le huyan a resolver de manera definitiva los problemas, especializándose en dilatarlos como si sólo les interesara esperar a que se resuelvan por su propia dinámica.
Hoy necesitamos volver a hablar de los hipopótamos, esta vez por las graves heridas que uno de ellos le causó a don Luis Enrique Flórez y lo tienen con pronóstico reservado. Por supuesto desde acá hacemos votos por su pronta recuperación e invitamos nuevamente a las autoridades que, con todo y las limitaciones que impone la cuarentena por el Covid, trabajen en una solución integral que permita cerrar este capítulo de la mejor manera para todos los actores involucrados.
No faltan las voces que ya empiezan a trinar y vociferar planteando un falso dilema con el cual nos quieren encasillar a quienes defendemos que se privilegie la vida lo máximo posible sobre la solución letal, insinuando que entre la vida de un animal racional y un hipopótamo tendemos a privilegiar la del animal no racional, perdiendo de vista que aquí no hay dilema. Es claro que por principio moral siempre volveremos por la defensa de la vida del ser humano; tampoco aceptamos como moralmente admisible que los conflictos entre animales racionales y los no racionales se resuelvan a eutanasia limpia, mientras tengamos margen de maniobra y no estemos en un escenario que nos obligue a elegir entre una y otra. Debemos hacer lo correcto y lo correcto en estos momentos es tomar decisiones para evitar que tragedias como la del señor Flórez se repitan, e incluso se vuelvan pan de cada día, para justificar ladinamente la necesidad de entrar a exterminar a los hipopótamos.
Aquí se necesita una estrategia de solución integral al conflicto que permita proteger a las especies nativas amenazadas (mamíferos, reptiles, aves, peces, plantas) con la presencia de los hipopótamos y, proteger en la mayor medida posible la población de hipopótamos en el Magdalena medio a través de una estrategia integral que involucre confinamiento, esterilización, donación y como último y, excepcionalmente el procedimiento de la eutanasia a través de técnicas que no impliquen dolor y sufrimientos innecesarios y, solo en aplicación de estrictos protocolos médico veterinarios. En todo caso, garantizando que se respete el derecho de los hipopótamos a subsistir como especie en confinamiento controlando hasta llevar a cero sus posibilidades de reproducción.
Hoy el conflicto hace presente un nuevo elemento que son las víctimas humanas, no son un temor o expectativa, son una realidad, corresponde a las autoridades actuar, no hacerlo es asumir la responsabilidad directa por las vidas humanas que se puedan poner en riesgo y que ojalá no se pierdan, dejando claro que entre más pospongamos las intervenciones requeridas mayores serán las responsabilidades de quienes teniendo el deber de resolver este conflicto, lo sigan ignorando.
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