HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Mayo de 2013

Entre Gómez Hurtado y López Michelsen

 

En  Colombia han surgido hombres como Laureano Gómez que hacen pensar en la roca o en el hierro. Carlos Lleras Restrepo fue todo ardor y fuego. Alfonso López Michelsen y Álvaro Gómez Hurtado  son de esos conductores recios, que muchas veces estuvieron en el filo de la navaja, en el ojo del huracán. Increparon, construyeron, hicieron rectificaciones tajantes, acertaron, atacaron, se defendieron. En su voluminosa y documentada biografía sobre López Michelsen, sostiene el académico Benjamín Ardila Duarte que este jefe liberal cada que opinaba sobre el país, hacía pensar a la nación, Álvaro Gómez Hurtado, según mi investigación sobre este líder, volumen con dos ediciones agotadas, fue uno de los que más ha profundizado la problemática nacional en lo político, social, económico y cultural. Los dos, Álvaro Gómez y López Michelsen, estuvieron de acuerdo con el desacuerdo y en desacuerdo con el acuerdo, en ciertos momentos históricos.

Alfonso y Álvaro, hijos de expresidentes, se criaron en ambientes ilustres y destacados. El Rosario y la Javeriana al educarlos, les inculcaron férreas disciplinas, pues la divisa era que  “el entrenamiento sea tan fuerte, que la guerra sea un descanso”. Desde niños aprendieron que el perfeccionamiento es preocupación acuciante de todos los días y de todos los minutos. Aleccionados por las tormentosas vidas de sus progenitores -López Pumarejo y Laureano fueron desterrados y vieron sus residencias convertidas en llamas- aprendieron que en la política lo habitual son las sorpresas más desconcertantes e inesperadas. Ni el clamoroso éxito, ni la adversidad los envaneció a los degradó. En la caída se levantaban con más coraje, fervor y optimismo.

Alfonso López Michelsen habló de dos Colombias: la opulenta y la miserable; 5 departamentos acaparan el 80 por ciento de la riqueza: empresas, riquezas, crédito, producción. El 75 por ciento de las casas del campo tienen piso de tierra y carecen de luz, sanitarios y agua potable. En todo el mundo las montañas separan, los ríos unen. Aquí no. Muchos departamentos no obedecen a una realidad geopolítica. EE.UU. con 300 millones de habitantes, China 1.300 y 10 veces más grande que Colombia, tienen, proporcionalmente menos burocracia, tramitología corrupción y desigualdad que nuestra nación.

Álvaro Gómez Hurtado elaboró numerosos estudios, como el relacionado con la gigantesca riqueza potencial del río Magdalena. A este rio y sus cuencas, a pesar de estar subutilizado, debe el país el 78 por ciento de rendimiento económico. El 65 por ciento de los compatriotas vivimos de sus recursos. La inmensa mayoría de los departamentos tiene su agricultura, su ganadería, sus minerales y su fortaleza financiera en esta zona vital e insustituible. Los expertos critican el maltrato feroz a que permanentemente sometemos el río Magdalena. Depredación, explotación inadecuada, ruina y miseria es lo cotidiano. Cada año se destruyen 700.000 hectáreas de bosques. Este rio arrastra árboles, reses muertas, desechos industriales y toda clase de aguas negras y nauseabundas. En verano se debilita terriblemente y en invierno se convierte en azote de las poblaciones cercanas.

Tanto López Michelsen como Álvaro Gómez pusieron sobre el tapete mil temas extraordinarios para la nación colombiana. A los dos les cupo en la cabeza Colombia, con su pasado y su futuro, sus triunfos y sus derrotas.