Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Julio de 2015

ERA DE SECULARIZACIÓN

Liberales, conservadores y catolicismo

Si  existe algún factor de excepcional importancia en la orientación de la vida de los grupos humanos, este es el que mira a sus creencias y estructuras religiosas. La religión es la gran fuerza dinámica en la vida social y los cambios vitales en la civilización siempre están relacionados con variaciones en las creencias e ideales religiosos.

La religión ha ocupado históricamente un puesto de comando en las grandes transformaciones sociales colombianas. Miguel Antonio Caro, ante ese gigante de la elocuencia Rojas Garrido, temible adversario del catolicismo, expresó: “...No olvidemos el ardiente cristianismo de ese coloso de la ciencia y mártir de la patria Francisco José de Caldas cuando expresó: ‘…Y cómo agradecer al gran Dios el apoyo decidido en la lucha contra la opresión española ?... Padre divino, manténganos firme en nuestra fé religiosa’”. Es justo, explica Caro, apartarnos de la ruta señalada por los próceres. Napoleón Bonaparte sostenía: “si yo no fuera cristiano por convicción, lo seria por conveniencia… nadie, como el cristianismo dignifica y enaltece tanto al ser humano, como esta religión con su ideario excepcional”.

A pesar de lo expresado y no obstante la abrumadora mayoría del cristianismo de los colombianos, es doloroso el desencuentro entre lo que se dice el profesar las enseñanzas de Cristo y lo que practicamos en la cotidianidad. En Madrid España, con gran solemnidad se festejó el primer centenario de la difusión de la encíclica Rerum Novarum de León XIII sobre la Justicia social. Un valiente sacerdote se atrevió a gritar: Es verdad, estamos celebrando los primeros 100 años de la difusión de esta Carta sobre justicia social; pero cuándo, cuándo por Dios, vamos a festejar el primer año de cumplimiento de estos mandatos pontificios.

Liberales y conservadores en el país somos mayoritariamente católicos. Algunos satanizan a veces a los liberales -no a todos- por su indiferencia religiosa. Pero ocurre que el cristianismo de multitud de liberales es más discreto y silencioso que el de los conservadores. Con humor se dice, los azules van a misa de las once de la mañana para que los vean; los rojos comulgan a las cinco de la mañana para no ser vistos.

Según estadísticas recientes, la fe religiosa ha disminuido en forma alarmante. Han caído los cultos, los ritos y la practica cristiana. Las iglesias cada vez tienen menos control sobre sus feligreses. El vértigo de la vida moderna, sus presiones, les dejan poco tiempo para el culto y la oración. La indiferencia triunfante carcome todas las morales colectivas y religiosas. El progreso de los conocimientos científicos ha impulsado una era de secularización social y ha conspirado contra dogmas religiosos y hechos que parecían inamovibles y los cuales durante más de dos mil años parecían intocables. El derecho, la cultura, las costumbres, los principios parecen haber claudicado... sacerdotes y autoridades procuran rescatar valores, pero se imponen oleadas y gritos de multitudes aturdidas, sordas y ciegas. Cuando Dios quiere perder al ser humano lo llena de arrogancia y de soberbia.