HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Diciembre de 2014

EL RITO DE LA BEBIDA

Diciembre y alcoholismo

EL  alcoholismo cumple una función en la organización social colombiana. Su uso es ritual en la vida de relación social de nuestro medio. No hay celebración política o privada que no esté necesariamente precedida, acompañada o seguida del consumo del alcohol.

En primer término, el alcohol es considerado como un tóxico que produce un envenamiento agudo, o sea, la ebriedad y la intoxicación crónica, denominada alcoholismo. Estos mismos resultados generan las drogas o estupefacientes: opio, cocaína, marihuana, etc. Sin embargo, el empleo de estas últimas drogas está prohibido. Solo pueden venderse para uso medicinal o terapéutico, llenándose múltiples formalidades. Su expendio, sin estos requisitos constituye un delito y su tráfico crimen internacional. En cambio la fabricación y venta del alcohol y el comportamiento generalizado de ingerir bebidas embriagantes, esta socialmente permitido.

En segundo lugar, la producción del alcohol constituye una industria, en la historia de este tóxico aparece que antes del siglo XVIII solo se producía el vino extraído del jugo de la uva. Hoy tenemos brandys, champaña, aguardientes, cervezas, whisky, licores dulces y mil cócteles. Los educadores, los moralistas explican las consecuencias funestas del abuso en el consumo de estas bebidas.

Todos estos licores, combinados, se usan en grandes cantidades, ritualmente, en todos los actos civiles, económicos, políticos, religiosos, domésticos, artísticos, científicos, de modo que puede afirmarse sin exageración que no se realiza ninguno de estos actos de la vida de relación social colombiana sin el acompañamiento obligado del alcohol; y sucede al contrario que si en alguno de ellos se prescinde del uso de la bebida, de los brindis, el acto es amargamente criticado y esto explica que la generalidad de los componentes del grupo social no solo estimula al alcoholismo, sino que censura la abstinencia y la temperancia.

Las fiestas domésticas, el nacimiento de un niño, sus cumpleaños, sus santos, sus éxitos en la educación, el grado de bachiller, su título universitario, su compromiso, el cambio de argollas, son celebrados con fiestas en las cuales abunda el alcohol. En la temporada decembrina y de fin de año aumenta el consumo. 

Las celebraciones religiosas se acompañan del rito de la bebida. Primero en el matrimonio. Después al festejar acontecimientos hogareños. Viajes, regresos, presentación de quinceañeras en sociedad, aun las piñatas de los niños.

Los éxitos económicos, constitución de una empresa, inauguración de un negocio, balance con utilidades, todo se festeja con consumo de licor.

Los triunfos artísticos y científicos como premios ganados en concursos, presentación de libros. Casi en la totalidad de los países tercermundistas no existe la cultura alcohólica, el control, la prudencia, el freno oportuno. Sobran los aforismos a favor del consumo del alcohol. “El primero con agua, el segundo como agua”. “El trago es pa’machos”.