Los partidos
Tenemos partidos en la historia desde que el mundo es mundo. Surgieron tradicionalistas y revolucionarios, los de derecha y los de izquierda, fundamentalistas y centristas.
Un partido es siempre una fracción de un todo: sólo representa el sentimiento de un sector de la nación.
Si en Colombia, o en cualquier país del mundo, desaparecieran los partidos, se instalaría el unanimismo, el totalitarismo o lo que es igual, el despotismo. El partido es una organización “primaria” que da cauce y vida a las ideas y tendencias de la comunidad. El partido educa y dirige la opinión. En Colombia hemos tenido partidos desde siempre. Concretándonos a la época republicana, Nariño encarnó el centralismo contra España, y Torres defendió el federalismo. Luego llegaron los bolivarianos y los santanderistas, los conservadores y los liberales. Estos dos últimos han hecho la historia colombiana. Hoy como ayer, -es algo recurrente- estamos frente a una gran coalición para apoyar ciertas tesis programáticas que hacen relación con el orden público, el desempleo, la salud, el terrorismo, la corrupción, los impuestos, la desigualdad y otros asuntos vitales para la comunidad. Esto, jamás significará la muerte de los partidos tradicionales. ¿Desaparecieron acaso las organizaciones banderizas por la poderosa coalición de ‘La Regeneración’? ¿El Republicanismo, alianza de rojos y azules para imponer a Carlos E. Restrepo, aplastó el bipartidismo nacional? Algunos conservadores encabezados por Carlos E. Restrepo apoyaron a Enrique Olaya Herrera -fue su ministro de Gobierno- y esto facilitó el desplome de los azules como partido de gobierno. Ni el Frente Nacional -con la camisa de fuerza de la alternación presidencial- pudo hacer desaparecer a los partidos liberal y conservador.
Claro que los partidos, como toda agrupación humana, han sufrido sufren y seguirán padeciendo caídas, dificultades y crisis. Hombres excepcionales como Jorge Eliécer Gaitán, Gilberto Alzate Avendaño, Luis Carlos Galán, Alfonso López Michelsen pretendieron fundar partidos nuevos pero fracasaron. Gustavo Rojas Pinilla con su Anapo tuvo fulgor repentino -controló el Congreso y estuvo al borde de la Presidencia- pero todo fue fugaz. Gaitán, Alzate, Galán, López Michelsen y otros al final se reincorporaron a sus partidos de siempre.
Liberales y conservadores hemos protagonizado episodios gloriosos y también culpables de extravíos. Decimos ser organizaciones amantes del derecho y hemos aplaudido -todos- golpes de Estado. Tumbamos a Ospina Rodríguez, Uribe Uribe adhirió a Reyes cuando cerró el Congreso, Rojas derrocó a Laureano, Ospina Pérez suspendió las sesiones del Congreso. A pesar de todo, Colombia, en comparación con América es la nación con más democracia. Se dice que “el país es tierra estéril para la dictadura”.