¿Libertad de censurar?
El martes 4 de septiembre último, la organización guerrillera autodenominada Farc-EP confirmó desde La Habana (Cuba) la iniciación de conversaciones de paz con el Gobierno y el Estado colombianos. En pleno mediodía aparecieron algunos de los más reconocidos jefes guerrilleros para presentar a continuación un video con un discurso de alias “Timochenko”, que a esa hora transmitieron en directo casi todas las emisoras de cobertura nacional y algunos canales de televisión.
La perorata del ahora máximo comandante de las Farc-EP fue un evidente ejemplo de cinismo y de ignorancia deliberada para omitir referirse, así fuera tangencialmente, a algunas de las más graves y comprometedoras de sus conductas o para evadir su responsabilidad histórica en el fracaso de intentos anteriores de paz.
La mayoría de la población que a esa hora de la tarde pudo conectarse a la radio o a la televisión nacional o internacional, constató personalmente lo mucho que a los integrantes de las Farc los ha desconectado de la realidad nacional e internacional su aislamiento en las montañas de Colombia. El tono del discurso, el lenguaje y hasta las reclamaciones son tan de los sesentas, que no les faltó sino reclamar contra el Estado de sitio y exigir un Ministro de Defensa civil.
No obstante, unos desafortunados colombianos, los oyentes de RCN-Radio, no pudieron terminar de oír el discurso de “Timochenko” porque a las 2:26 de la tarde esa emisora decidió cortar su transmisión por “guerrerista, agresivo y oportunista” según trinó un joven integrante de su mesa.
La decisión es, a todas luces, no solo abusiva, sino francamente ofensiva con sus oyentes. Es un abuso, en tanto, si bien es cierto la mayoría de las emisoras son propiedad privada, las frecuencias en que emiten son estatales y por tanto tienen obligaciones sociales que cumplir. Es una ofensa a la capacidad de discernimiento de la audiencia, a quien considera tan descerebrados como para no ser capaz de distinguir un discurso malo de uno bueno, o una perorata sin sentido, de una arenga patriótica.
El problema que plantea la actuación de RCN Radio no solo contrasta con el de otros medios del mismo grupo empresarial que sí transmitieron el discurso completo, sino que constituye una evidente manipulación de la información, pues decide, per sé, acallar una versión de un hecho de evidente interés nacional. Lo hace además con un argumento más propio de censores religiosos que de periodistas profesionales: evitar que su audiencia oiga “discursos peligrosos”.
No deja de ser paradójico que frente a un proceso de paz que se plantea para resolver una guerra que, entre otras causas, tiene la de la falta de medios de expresión para posturas contramayoritarias, irreverentes, contestatarias o “subversivas”, uno de los medios radiales más poderosos del país se inaugure en su cubrimiento precisamente con la vieja y absolutista fórmula de la campana neumática.
Pero lo más sorprendente de la insólita actitud de RCN Radio, es que no parecen darse cuenta de su falta de autoridad moral. ¿Acaso no pertenecen al mismo grupo empresarial que produce Protagonistas de Nuestra Tele, un programa obviamente más peligroso que cualquier discurso de alias “Timochenko”?
@Quinternatte