Ideas que multiplican el hambre | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Junio de 2022

No hay peor impuesto para los más pobres que la inflación. Bien decía Milton Friedman que la inflación eran impuestos sin legislación. La inflación se asemeja a los impuestos en que siempre es generada por el Estado. Por ejemplo, la que estamos experimentando en estos tiempos es producto a la expansión monetaria que hicieron los diferentes gobiernos del mundo y de manera un tanto exagerada el colombiano para enfrentar los efectos que generaron las decisiones draconianas que tomaron para enfrentar la pandemia. Es decir, los diferentes Estados prendieron las máquinas de imprimir billetes, los repartieron a través de subsidios y llenaron a las personas los bolsillos de dinero. Esto suena bien ¿a quién no le gusta que le llenen el bolsillo de dinero?

El problema es que por más billetes que tengamos en el bolsillo si esto se produce de manera artificial los productos disponibles en el mercado siguen siendo los mismos. Te lo explico con un ejemplo: imagínate que tenemos diez manzanas disponibles, cada manzana vale mil pesos, y tenemos diez personas dispuestas a comprarlas. Si cada uno tiene mil pesos, cada persona compra una manzana. El Estado al otro día dice “para que no sean tan pobres les voy a dar a cada uno mil pesos más”. Si mantenemos el precio de las manzanas en mil los primeros cinco compran todas las manzanas y el reto se queda sin ellas. Podríamos entonces subir el precio a las manzanas a dos mil y así cada uno podría tener una manzana. En todo caso nadie se enriqueció, tienen más dinero en el bolsillo, pero pueden comprar exactamente lo mismo. Seguir insistiendo en sacar personas de la pobreza únicamente con gasto público social deja a todos igual de pobres, pero con productos cada vez más caros.

Por otro lado, hay otra forma de ponerle indirectamente impuestos a la comida. La sustitución de importaciones. El libre comercio internacional nos permite comprar comida barata, compramos lo que acá producimos de manera eficiente y económica e importamos lo que otros hacen de manera eficiente y económica. Esto beneficia principalmente a los pobres, pues a ellos no les importa si lo que se comen es cultivado o fabricado en Colombia o en Bélgica, les importa que con ese producto puedan alimentarse y alimentar a su familia. Prohibir las importaciones nos obliga entonces a solo poder consumir lo que producimos en Colombia sin importar si lo hacemos de manera eficiente y mucho menos si otros pueden producirlo más barato. Obligamos a los colombianos a comprar comida cara.

La mezcla de las dos: aumentar gasto público y prohibir las importaciones es una bomba que solo produce miseria y multiplica el hambre. Lastimosamente los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta proponen exactamente lo mismo. Creen que con esto pueden conseguir votos de los más vulnerables, que se dejan seducir sin saber que con eso los ahorcan con un lazo que después los condenará al hambre. Estas propuestas no son novedosas, revise que ha pasado con ellas en Argentina o en Venezuela y saque sus propias conclusiones.