La seguridad que tienen los corruptos, asesinos, pedófilos, ladrones, y narcotraficantes en este país al cometer sus fechorías, es que saben que la justicia no los va a meter en la cárcel y hacer pagar por sus delitos.
En el ranking de impunidad elaborado por la Universidad de las Américas Puebla, Colombia ocupa el octavo lugar entre 59 países medidos.
En este país se han cometido masacres abominables y no hay culpables. Los políticos han desfalcado el erario y viven como reyes. Los contratistas se han robado la plata de las obras y no les pasa nada.
Para el año 2015, según datos de la Fiscalía General de la Nación se cometieron 3.5 millones de delitos y tan solo cincuenta mil terminaron en sentencia condenatoria.
La misma Fiscalía para el año 2017 reportó 240.000 denuncias por hurtos y de estas el 50% habían sido cometidas por personas que ya habían estado arrestadas entre 2 y 9 veces.
Según la ONU Mujeres solo el 13% de los feminicidios en el país llega a una condena.
De los casos de delitos sexuales, 25.000 denuncias, el 95% se quedan en la impunidad, y lo peor es que el 90% se comenten en contra de niños y niñas. Tan solo el 1% termina en condena.
Y así. La impunidad en Colombia promediando las cifras que revisé puede estar en el 94%. Ojalá esté equivocada.
¿Y la peor parte saben quién se la lleva? pues la víctima y quien denuncia porque la justicia no lo protege.
El que se atreve a denunciar corre el riesgo de ser asesinado por sapo, de ser estigmatizado y termina en la picota pública tratando de demostrar ante tu familia, lugar de trabajo, y la sociedad en pleno, que no cometió un improperio al levantar la mano, señalar al hampón y pedir justicia.
La impunidad es la mejor aliada de los delincuentes. Pero la falta de ética en muchos sectores sociales también. Este país empezará a mejorar cuando los hampones vayan a la cárcel y reciban castigos ejemplares. ¿Y qué hacer mientras tanto? No dejarnos apabullar como sociedad. Seguir levantando la voz, insistir en condenas ejemplares y, sobre todo, no dejarnos meter miedo.
Hay que exigir que se castigue al pedófilo, que se juzgue al asesino, que se hable con la verdad, que nos digan dónde están los billones de pesos robados por lo corruptos y que se reparen los daños económicos y sociales. Y para eso, la justicia tiene que operar. Se que a veces es difícil confiar. Pero lo único que no se puede perder es la esperanza. Porque esa no nos la podemos dejar arrebatar los delincuentes. ¡Jamás!