Las transformaciones individuales que se llevan a lo colectivo son las que nos permiten evolucionar como especie. Y si de innovaciones pedagógicas se trata, quienes trabajamos en educación estamos llamados a dejar de ser maestros tradicionales para convertirnos en mediadores de los aprendizajes y co-constructores de comunidades de aprendientes, en las cuales demos un sentido profundo a los contenidos vitales que atraviesan no solo las aulas de clase sino la existencia misma.
La profesora Bertha Jaimes Carvajal hace parte del equipo de innovación del Colegio San Bartolomé La Merced de Bogotá, uno de los diez colegios que orienta la Compañía de Jesús en Colombia y que decidió hacer un salto cuántico desde la tradicional pedagogía ignaciana hacia una pedagogía que responda a las necesidades contemporáneas y que siga colocando la vida de las personas como el eje central de los procesos educativos. Bertha, pedagoga de gran experiencia, es egresada del Doctorado en Educación de la Universidad De La Salle de Costa Rica, el programa doctoral a partir del cual estamos transformándonos y transformando las formas de aprender, desde la biopedagogía, la complejidad y la mediación pedagógica.
La escuela tradicional tiene materias o asignaturas, que generalmente -y como respuesta al paradigma moderno que fragmenta la vida- poco o nada tienen que ver las unas con las otras. En San Bartolomé La Merced se inició una profunda transformación. Niñas y niños de grados primero, segundo y tercero conforman una sola comunidad de aprendizaje: todos aprenden de y con todos, sin importar la edad y sin discriminaciones de ningún tipo. Ya no hay áreas ni asignaturas: las antiguas materias se han transformado en habilidades y retos, en los que no hay competencia sino cooperación y que integran aprendizajes fundamentales para la vida real: Crear integra artes, música, teatro y danza; Sentir abarca educación física y propiocepción; Razonar, matemáticas y geometría; Indagar, ciencias naturales y sociales; Trascender, religión y filosofía. Los pupitres son cosa del pasado. Todos los aprendientes, estudiantes y mediadores -dos por espacio de aprendizaje- se sientan en cojines o salen al bosque a abrazar árboles. Tampoco hay notas ni boletines tradicionales, aunque se ha hecho una traducción numérica, pues el mundo de afuera sigue creyendo que quien obtiene un cinco sabe más que quien sacó cuatro…
Los testimonios de los niños son reveladores: Jerónimo, de ocho años, afirma que los fines de semana son muy aburridos porque no va al colegio. Sara, de nueve años, dice que el colegio es muy divertido y le gustan mucho los profesores; Juan Pablo, de tercero, está feliz porque ahora se le facilitan demasiado las cosas; Isabela dice que las tareas ahora son menos y más cortas. Actualmente ir a aprender es divertido, ¡como debe ser! Estas transformaciones pedagógicas han implicado también grandes cambios en los educadores. Bertha ha tenido que flexibilizarse, cambiar sus paradigmas, ser más consciente de que hace parte de la naturaleza y revisar su proyecto de vida.
¡Otra forma de aprender sí es posible y ya se está logrando!