Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Junio de 2015

LA COMISIÓN

Por la verdad

La  semana que pasó recibimos la noticia desde La Habana que en la mesa de negociación del proceso de paz se había acordado, que una vez se firme la paz, se integraría una comisión de la verdad, que tendría por objeto desentrañar  quiénes han sido los responsables de todo el conflicto, con  tres años de plazo para dar su informe y con carácter no judicial, por tanto no podría utilizar la información obtenida para fines  judiciales.   

Con bombos y platillos se recibió la noticia celebrada con alborozo como si se viera el fin del conflicto al final del túnel. Se dijeron muchas cosas en el fervor de la noticia, como que esta comisión es clave para destrabar los diálogos, que contribuiría a la paz, que no sería una Gestapo, que es un paso concreto para la terminación del conflicto, etc.

La comisión de la verdad colombiana tendrá una peculiar forma de integrarse, por una especie de concurso público al cual podrán postularse los interesados y habrá una comisión mixta entre Gobierno y las Farc para designar los postulados.

Las partes se han comprometido a decir toda la verdad sobre los responsables de los hechos violentos que han mantenido el conflicto.  Es un espacio para decir la verdad de lo que pasó, pero no para dejar impune lo sucedido aclaró el Jefe del equipo  gubernamental.

Si se quiere conducir el proceso a un final  exitoso para lograr la paz,    sin duda se requiere que se conozca la verdad, que se repare efectivamente a las víctimas, que haya justicia, así sea transicional y el propósito de no repetición. 

En las últimas tres décadas treinta países han conformado comisiones de la verdad con parecidas finalidades a la que ahora se pretende en la mesa de negociación, a veces con carácter de investigación, otras de dejar una constancia histórica. Hay  comisiones recientes como la que integró la Corte Suprema de Justicia de Colombia para rendir un informe sobre los hechos de la toma y la retoma  del Palacio de Justicia; la del Perú para rendir un informe con todo lo que pasó en el conflicto con Sendero Luminoso y el grupo Túpac Amaru; la de El Salvador por sus doce años de conflicto; la de Sudáfrica para informar sobre las atrocidades del apartheid.

La verdad es un elemento indispensable para que pueda haber justicia y reconstrucción del tejido social. Solo con la verdad se comienza una verdadera reparación de las víctimas de un conflicto.

Las dificultades que puede encontrar la comisión de la verdad en el conflicto colombiano serán enormes, comenzando porque llevamos más de cincuenta años de conflicto; porque en el proceso con los “paramilitares”, la verdad fue a cuentagotas y es una de las caras del conflicto nuestro.   

Pero hay que intentarlo, es más, se debería comenzar desde ya,  entregando la guerrilla información sobre los desaparecidos, los todavía secuestrados, la localización de las minas, los menores reclutados; para qué esperar a la finalización del conflicto; la verdad desde ya  sería un hecho de paz, a ver si la sociedad les acepta a los guerrilleros una justicia de transición que según la opinión pública no se merecen.