Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 31 de Marzo de 2016

LECCIONES

Balance de la Fiscalía

 

TERMINÓ su periodo de cuatro años el Fiscal General de la Nación, quien en principio se pensó que solo estaría por un año y medio para culminar el interrumpido periodo de la Dra. Vivian Morales, quien renunció a su cargo a raíz de la nulidad que estaba equivocadamente decretando el Consejo de Estado.   La Sala de Consulta de dicha corporación había dicho que el periodo era institucional, pero luego la de lo Contencioso dijo que era personal.

 

Varias enseñanzas nos arrojan este periplo de la historia patria.  En primer lugar,  es decidir, si ahora, con el Sistema Acusatorio, la Fiscalía debe continuar haciendo parte de la Rama Judicial o si sería mejor que pasara a la Rama Ejecutiva, sin que la Corte Suprema de Justicia intervenga tangencialmente en su designación.  Me inclino por lo segundo, por las razones que adelante señalo.

 

Otra experiencia la observamos cuando la Fiscalía toma decisiones que afectan a altas personalidades de grupos políticos; siempre sus decisiones van a ser descalificadas por los afectados y acusada de intervención en  política, como ocurrió con la Corte Suprema de Justicia cuando tomó decisiones en contra de la parapolítica.  Afortunadamente, el Sistema Penal Acusatorio conduce a que sea un juez el que tome las decisiones y que la Fiscalía se limite a acusar.

 

Creemos que no está bien que el Fiscal se manifieste partidario o no de una política pública como la del proceso de paz.    En primer lugar, no es su función, por importante que esta sea y porque de contera, se alinea al lado del Gobierno y ello contamina la imagen de independencia que debe tener para el ejercicio de su función y toma de decisiones que si le corresponden.

 

La reforma administrativa que realizó la Fiscalía a su interior, creando importantes cargos, incluso en el exterior, deja como experiencia que ninguna dependencia del Estado debería tener semejante autonomía.  Esta es la hora que los colombianos no sabemos con precisión si era necesaria o no dicha reforma,  porque el Ministro de Justicia de la época no aparece apadrinándola,  si tuvo el visto bueno de los organismos de planeación, si los dineros no hubieran estado mejor invertidos en Policía Judicial, etc.

 

Tampoco está bien que el Fiscal esté tomando posición sobre políticas públicas como la justicia transicional y proyectos de ley como el reciente sobre el aborto.  Así tengan que ver con la política criminal de Estado, la realidad es que son temas de discusión política que ponen a la Fiscalía en uno de los extremos de la discusión.

 

Definitivamente, convertimos al Fiscal General de la Nación en un verdadero leviatán del Estado, con un poder exagerado e inadecuado, que rompe los equilibrios democráticos.   Por eso estoy convencido que hay que colocar a la Fiscalía dentro de la estructura del Estado,  como dependiente del Ejecutivo, de libre nombramiento y remoción, que se responsabilice  con quien gobierna, por la independencia de su gestión y por el éxito o no de las políticas públicas para la persecución del delito.