Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Abril de 2016

Democracias en crisis

 

TAN  antigua como la historia de la humanidad aparece la democracia como forma de gobernar los pueblos, cuya práctica ha demostrado que se encuentra sujeta a muchas imperfecciones;  pero no se ha encontrado otra forma mejor de conducirlos ya que  los demás  se antojan con  muchos más inconvenientes y desaciertos.  Por eso, en un célebre discurso en el sepelio de un gran dirigente colombiano asesinado se escuchó la siguiente frase, que ya es lapidaria, “Oh democracia, bendita seas aunque así nos mates”.

 

El efecto Venezuela se volvió endémica y comienza a contaminar todo el vecindario; y lo más reciente que observamos es la crisis en el Brasil.  La Cámara de Diputados decidió enviar al Senado la acusación contra la presidenta Dilma Rousseff  y en el marco de un aparente juicio por corrupción, se observó claramente cuál es la real controversia entre el partido político en el Gobierno, de los Trabajadores (PT), sus aliados y la oposición, encabezada por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).  Lo que presenciamos con las votaciones y las arengas populares se quedó corto frente al Carnaval de Rio.  En resumen, la confrontación se concreta entre los líderes de uno y otro partido, Luis Ignacio Lula da Silva y el vicepresidente Michel Temer, quien la semana pasada, más por malicia que por incauto, se dejó sorprender ensayando el discurso de posesión para reemplazar a la Presidenta una vez se le destituya.

 

Se acusa a la Presidenta  de violar normas fiscales y maquillar el déficit presupuestal del país en los informes del año 2014, con claros propósitos electorales.  Ya dudamos de si ello es así, pues, lo que no ofrece duda son los propósitos de la oposición de hacerse al poder a cualquier costa.  El expresidente Lula, máximo dirigente del PT, tiene la labor de  convencer  a los  81 senadores más que de la inocencia de su pupila, de la conveniencia política de dejarla en el poder, debido al respaldo popular  suyo y de su partido.

 

De otro lado, el vicepresidente Temer cuenta con la mayoría de escaños en el Senado, diez y siete en total, que sumados a los del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que tiene dieciséis, y que  también está  interesado en destituir a la Presidenta, pueden convertirse en una fuerza aplastante  para los del partido de Gobierno que son solamente ocho.  Se requieren cuarenta y un votos para suspender a la Presidenta por 180 días mientras se practican pruebas, durante los cuales asumiría el Vicepresidente y en el evento de ser destituida, pasaría a reemplazarla definidamente hasta el 2018.

De jurídico el proceso no tiene nada, no deja de ser el pretexto para una confrontación política por fuera de las urnas.  Por eso en algunos países optan en sus constituciones, por declarar de entrada, la irresponsabilidad de quienes ejercen el poder, para evitar de esa manera la politización de los procesos y  las consecuencias  que  se derivan de una destitución que sin duda afectan la dignidad de una República. Así es la democracia.