JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 13 de Septiembre de 2012

La Justicia Transicional

 

El mundo entero y nuestro país ya han recorrido escenarios de justicia transicional, que seguramente constituyen experiencia valiosa para una de las ulteriores etapas que han de seguirse en el camino de la búsqueda de la paz.

Para muchos, la justicia transicional es un remedo de justicia, o una justicia tolerante o blanda, donde se sacrifica rigor para facilitar la búsqueda de soluciones a los conflictos. Nada más equivocado, la justicia transicional es una oportunidad, para que un sistema de justicia, corrija violaciones generalizadas a los derechos humanos en tiempos de transición, como son lo que hemos vivido y ahora vivimos a la porta de entrar a negociar la posibilidad de la paz, que le ponga fin al conflicto que por tantas décadas padecemos los colombianos.

Son medidas judiciales y políticas que diferentes países del mundo han implementado frente a agresiones masivas a los derechos humanos. No se trata de un tipo especial de justicia, sino de la manera de abordarla ante situaciones de esta naturaleza generalizada y cataclísmica en una sociedad que es toda víctima de lo acontecido. Se procura por este mecanismo el reconocimiento de los derechos de las víctimas, se consigue la confianza ciudadana y se fortalece el Estado de Derecho.

Para llegar a una ley de justicia transicional con la guerrilla, que seguramente será una de las tareas más trascendentales del Congreso colombiano, hay que tener presentes ciertos parámetros fundamentales. Necesariamente no puede perderse como objetivo esencial que en un sistema de estos debe haber verdad; la sociedad tiene que saber sobre todo lo ocurrido, los desaparecidos, los extorsionados, el reclutamiento de menores, las felonías contra la población civil. La búsqueda de la verdad es determinante para volver a restablecerse el tejido social. En más de una ocasión debe conformarse una comisión de la verdad, que le cuente a la sociedad sobre los horrores de lo sucedido y la terrible realidad histórica que se ha vivido. Pero también tiene que darse justicia real y efectiva; el peor de los escenarios sería un ambiente de impunidad y debe ser una justicia con sanciones para quienes han violado los derechos humanos y cometido delitos de lesa humanidad. Seguramente habrá que hacer concesiones, como rebajas, suspensión de condenas, etc. Pero todo dentro de los parámetros internacionales que están establecidos. Igualmente debe haber una reparación seria a las víctimas, bajo los principios de integralidad y de equidad e igualmente las garantías de no repetición.

Sin la presencia de estos cuatro componentes no habrá reconciliación social. La experiencia que nos deja la Ley de Justicia y Paz que aplicamos en los últimos años en Colombia es que es posible una justicia transicional, que no se convierta en una burla a la misma justicia. Este es un empeño que debe corresponder a todo el Estado e incluso a la sociedad civil. Debe ser uno de los propósitos predilectos para que algún día pueda haber de verdad una reconciliación entre todas las partes de conflicto.