Jaime Pinzón López | El Nuevo Siglo
Miércoles, 17 de Diciembre de 2014

UN TRIBUTO A AMBOS

Don Guillermo Cano y García Márquez

Hoy  hace veintiocho años mataron a don Guillermo Cano y en el que termina se nos fue Gabriel García Márquez.  Rindo tributo a ambos.

En 1954, Gabriel García Márquez, quien buscaba la edición de su novela La Hojarasca, viajó a Bogotá por un fin de semana y se quedó dieciocho meses. El Espectador había publicado cuentos suyos, tenía vena y don Guillermo Cano lo contrató como reportero, le asignó también escribir notas editoriales en la columna “Cosas del Día”, iniciaron amistad perdurable, “él era hombre de pocos amigos, pero, los pocos  muy buenos y yo me sentí uno de ellos desde el primer día”, dice  el Premio Nobel en sus memorias de Vivir Para Contarla.

En 1955, ambos se embarcaron en la aventura de sacar por entregas el Relato de un Náufrago, sobre los diez días que pasó el marinero Luis Alejandro Velasco a la deriva, sin comer ni beber, en una balsa carente de remos, luego de caer al mar en medio de una tormenta junto a siete compañeros del Destructor “ARC Caldas”, rotundo éxito editorial a pesar de las protestas de la Armada al considerar que se exageraba el relato, máxime cuando incluía la aseveración de que la nave venía sobrecargada, posiblemente con artículos de contrabando.

Gabriel García Márquez y don Guillermo Cano hicieron periodismo del bueno durante largo tiempo. Acerca de Cien Años de Soledad,don Guillermo opinó que “el libro es un prodigio destinado a la inmortalidad, con proyección mágica que sitúa a Colombia y su literatura en dimensiones jamás intuidas. Podemos leerlo por la trama embrujadora que entretejen sus personajes y en las cuales quedan envueltos. Puede considerarse un libro político, un poema, una fantasía, una leyenda, la historia de un pueblo, un tratado de sociología, un compendio de la humanidad. Cien Años de Soledad es la más trascendental creación de un escritor en muchos decenios y decenios de años.”

Las tertulias, en la década de los sesenta del siglo XX, merecen punto aparte, con la participación de don José Salgar, el extraordinario periodista, empeñado en corregir qué galicados y en perfeccionar el arte de titular. Recuerdo los comentarios de Fabio Lozano Simonelli, la hospitalidad de doña Sabina en la cafetería del Hotel Continental, la magra figura del profesor Luis López de Mesa y las esporádicas apariciones del  joven Daniel Samper Pizano. En esta Navidad, que ojalá no sea tan “Negra” como la vio en 1986 días antes de ser víctima del atentado contra su frágil humanidad don Guillermo, la coincidencia en el periodismo objetivo de dos compatriotas, cuyo paso por la vida fue imborrable, merece destacarse.

Don Guillermo Cano y García Márquez, defensores de la libertad de prensa, admiradores del pentacampeón Ramón Hoyos, fallecido recientemente, que apostaban al caballo “Triguero”,  ocupan  puesto  en la historia. Lo resalto en las fechas de Paz de diciembre del 2014.