Jaime Pinzón López | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Enero de 2016

PREOCUPACIÓN NACIONAL

El cántaro se rompe

“En impuestos, Gobierno está perdido”

 

“Tanto  va el cántaro al agua que al fin se rompe”,  es un dicho conocido y si se asimila el desgaste del cántaro al injusto cobro de impuestos, si ellos vienen en cascada de manera caótica, imposibles de pagar,  los ciudadanos con razón protestan. El Gobierno parece no caer en la cuenta de lo anterior en su afán  alcabalero para mejorar la situación del boquete fiscal creado por el mismo.

 

En Colombia el cántaro está rompiéndose y eso trae consecuencias. Los excesos y la mala aplicación de los impuestos formaron parte de la decadencia y desaparición del Imperio Romano. Por el afán impositivo de Inglaterra se independizó la colonia y surgieron los Estados Unidos.  Una de las principales causas de la Revolución Francesa se relaciona con los abusos de los soberanos y los impuestos. También lo fue  la desorbitada tanda de ellos  decretada por España en América.  Recuerdo cómo se desacreditaron en el siglo XX, en nuestro continente,  presidentes elegidos democráticamente que fallaron en este punto y  en algunos casos el eclipse del sistema de elección popular. Con impuestos destinados, -según se dice-, a tapar huecos fiscales, no desaparece la pobreza extrema, ni se amplía la clase media, ni se crea industria, ni se soluciona lo relacionado con el tipo de cambio, ni aumenta la producción agrícola, ni siquiera la vanidad de los sabios y sabias  que integran la comisión designada por el Gobierno para proponer en marzo al Congreso una nueva reforma tributaria que incremente todavía más el torrente de alzas que vivimos en los primeros días de este  2016.

 

Sería útil memorizar que los impuestos injustos,  exagerados, son imposibles de recaudar y ocasionan la evasión porque los contribuyentes se las ingenian para meter la plata al colchón, no declarar el de Valor Agregado (IVA), tampoco hacerlo en actividades cuyos responsables ahora lo  reconocen, prescindir de empleados, no cambiar automotores de varios años de uso por modelos recientes, disminuir transacciones financieras, entrar en mora de pagos mientras llegan las amnistías aún para las infracciones de tránsito. Por principio a ninguno le agrada pagar impuestos pero si se vieran más resultados, menos corrupción y contratos leoninos,  con disminución del gasto público, la carga tributaria se recibiría de mejor grado y con buena cara. 

 

¡De qué forma contribuye el Gobierno con la encuesta indicativa de que aquí somos felices!  No creo en ella, a lo mejor la procesaron mientras nos deseábamos Feliz Año Nuevo pero no, es anterior a esa fecha.  La felicidad se refiere  a no sentirse perdido.  El primero que no puede sentirse feliz es el Gobierno porque en lo referente a impuestos está perdido.