El enemigo de la paz
A propósito del anuncio del Gobierno sobre diálogos con las Farc, sorprende que haya en Colombia personas capaces de entorpecer la paz sin entender que el fin de la guerrilla no es el fin del conflicto ni la rendición del Estado.
Para la muestra José Obdulio Gaviria, un agitador que insiste en solucionar el conflicto colombiano a punta de balas. Eso sí, toda su retórica doble moralista la proclama desde la comodidad de un escritorio.
El ideal de seguridad democrática que defiende JOG aportó cosas invaluables, gracias a este la gente se sintió parte de una nación, de un país y las Farc fueron acorraladas.
Sin embargo, también debemos observar con cautela una seguridad democrática que sirvió para encubrir desmanes del Estado. Y aún así el cáncer continuó.
Aún bajo la vista gorda de JOG y detrás de la enorme espalda de Uribe, nada de lo que se hizo por fuera de las órdenes legítimas del Estado sirvió para ponerle fin a esa infección social que crece y se reproduce en el interior del monstruo de las Farc o del narcotráfico.
Pero continuando con José Obdulio, debemos tener claro que él no entiende la magnitud del daño que el narcotráfico hace al país y a las instituciones colombianas. Para la muestra está la época en que su primo Pablo Escobar Gaviria acababa el país con bombazos y sicarios.
Me niego a creer que la moral y los valores de JOG fueron los encargados de impedirle alzar la voz en contra de los desmanes de su primo, y sospecho que en realidad todo es culpa de una limitada capacidad de análisis que le impidió contextualizar la realidad para darle sus justas proporciones.
De ahí que no hubiera sido capaz de advertir lo que el futuro traía para nosotros, y de ahí debemos valernos para poner en duda sus opiniones y su capacidad para ver más allá de lo que pasa en su escritorio.
Escobar asesinó las esperanzas de una clase política con valores y casi calla la voz de un periódico en el que JOG probablemente nunca podrá escribir. El primo haciendo daños y el ideólogo ahí, desde su escritorio en cómodo silencio.
De hecho, el problema que omite JOG es el mismo de siempre: desarticulando las Farc no se logra nada, pues el narcotráfico seguirá siendo una fuente de negocios y de diversión.
Los diálogos son un paso importante. Pero el real motor de nuestra tragedia está en la ilegalidad del narcotráfico, después de cualquier diálogo es probable que el monstruo cambie de traje y la guerra continúe.
@barrerajavier