JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Septiembre de 2012

El rol de los educados

 

Nunca  he negado la mala onda que me produce el fútbol y lo que se enmarca alrededor de este. Incluso me atrevo a decir que el periodista uruguayo que hace poco habló del narcotráfico y el fútbol, aunque salido de tono, estaba refiriéndose a una condición real.

Sin embargo, en medio del debate que se originó por el lanzamiento de la nueva marca país, una persona cercana me hizo ver las cosas desde una perspectiva diferente.

El asunto es sencillo: líderes de opinión como Daniel Samper Ospina, educados a más no poder, han sido críticos en un sentido casi amarillista.

Es curioso ver (siguiendo con el columnista de Semana) cómo lo importante es resaltar una cifra de 7 mil millones, hablar de las personas que crearon el logo/estrategia y referirse a todo como un negocio “amañado”. Como si el dinero de la campaña se quedara exclusivamente en el bolsillo de una persona y no fuera el resultado de una suma de medios, eventos y demás.

Paralelo al segmento de personas educadas está el segmento de la población “no educada”, y aquí es donde entra el fútbol a jugar en el argumento. A raíz del partido, y nuevamente en medio del debate sobre marca país, mi interlocutor resaltó el hecho de que son esas personas no educadas las que deberían ser un ejemplo de la visión que los colombianos deberíamos tener de nosotros mismos.

A pesar de unos resultados ocasionales, a pesar de ser una Selección con baja regularidad, el sentimiento que despierta en ese segmento de población es suficiente para que ellos rescaten las cosas positivas y mantengan la fe en continuar trabajando para lograr un objetivo que, posible o imposible, siempre va a ser un motivo para tratar de ir más allá.

Por el contrario, las opiniones “ilustradas” (y que quede claro que me incluyo en este costal) siempre están cargadas de caminos cerrados. No pretendo decir que deberíamos ignorar los obstáculos o los elementos positivos, no.

Mi opinión hoy apunta a resaltar lo difícil que es lograr una cohesión social cuando dos segmentos de población tienen nortes diametralmente opuestos, y lo absurdo que resulta tener que alinear en las intenciones de un país a las personas “educadas”.

Lo triste es ver cómo el ejercicio de la construcción se ha convertido en una forma de enviar mensajes déspotas. En lugar de ofrecer herramientas para la construcción crítica, pareciera que a la opinión sólo le interesa enseñar a despreciar.

@barrerajavier