JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 7 de Abril de 2012

Farclacia

ES normal que la liberación de los 10 militares secuestrados por las Farc promueva la reflexión sobre la necesidad de negociación y sobre el camino que debe seguir la paz en Colombia. Aun así, y en medio del delirio de medios y analistas, creo que la liberación es, nuevamente, un retrato que no debería ser celebrado.

Imposible no sentir alegría por el hecho. Sin embargo, en mi caso personal, es más fuerte el sentimiento de indignación ante la prueba de lo inhumanas que son las Farc en su afán por aferrarse al poder del narcotráfico.

Las Farc no van a lograr acceder al poder por medio de las armas y la intimidación por una sencilla razón: eso lo lograron cuando el Gobierno de Pastrana creó las condiciones para que el grupo armado se desmovilizara en medio de una mesa de negociación que daba voz política al grupo.

Oportunidad que ellos mismos desecharon al desconocer el orden democrático de Colombia y al pretender usar dicha negociación para imponer una dictadura por medio de las armas. De ahí que hoy su lucha armada sea por mantener viva la empresa de narcóticos más grande del planeta.

Volviendo al tema que me inquieta, pareciera que el pulso se estuviera dando únicamente entre Gobierno y Farc, convirtiendo a la sociedad civil en un actor colateral.

Las Farc hablan del fin del secuestro y pretenden convertir su atropello a la vida de los militares en un show mediático. Ellos, que se quejan cada que el Gobierno usa los triunfos de guerra como “propaganda”, hacen lo mismo al hablar de sus intenciones y montar un teatro de bombos y platillos alrededor de la tragedia de 10 personas.

Que no se nos olvide que en la actualidad existen más de 400 personas que siguen privadas de la libertad por capricho de las Farc.

En términos categóricos el fin del secuestro debería contemplar la liberación de todos y cada uno de los secuestrados. Por el contrario, el que estos civiles continúen privados de su libertad me despierta dos dudas elementales:

Primero: una duda clara sobre las reales intenciones de las Farc y sobre su capacidad de seguir mintiéndose a si mismos al decir que van a abandonar una práctica y no hacerlo.

Segundo: una posible fractura en el interior del colegiado. Probablemente el final del secuestro es un objetivo de las voces autorizadas mas no de toda la columna vertebral que compone este grupo al margen de la ley.

Lo que nunca lograré entender es ¿qué elementos permiten a las Farc creer que esa sociedad civil los apoya?

@barrerajavier