JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Mayo de 2012

La eterna mentira

El secuestro del periodista francés por parte de las Farc no es algo que deba sorprender a la opinión pública. De hecho, más allá de la promesa de acabar con la práctica, lo que se revela es la mezquina visión de la realidad que tiene dicho grupo armado.

Frente al hecho puntual puede haber dos posibles explicaciones:

La primera sería creer que el negocio del narcotráfico ha logrado corromper las estructuras internas del colegiado por lo que las órdenes del estado mayor ya no atraviesan la organización de forma vertical, convirtiendo a las Farc en un grupo de células que se amparan bajo la franquicia del terror y la intimidación para proteger el interés de pocos.

La segunda es que las Farc nuevamente han mentido a la sociedad. El asunto aquí es sencillo de explicar: hay un patrón ya establecido en el que cada que el grupo armado obtiene algo de aprobación revierte su actuar para hacer gala de un poderío y una legitimidad que nunca ha tenido.

Sin embargo, más allá de la especulación vale la pena preguntarse ¿qué opinan hoy los partidarios de escuchar las peticiones de las Farc? ¿Cuál es la perspectiva de aquellos que señalan el escepticismo como responsable del odio interno que nutre el conflicto armado en Colombia?

Lo cierto es que se repite el patrón de burla y falta de respeto con el que ese grupo se aproxima día a día a la sociedad civil. Siendo honestos, para el estado mayor de las Farc su palabra, y su ideología, valen menos que un bulto de coca.

Contrario a lo que muchas personas pueden creer, el secuestro del periodista francés no marca un precedente en el actuar de las Farc y su relación con Colombia, en realidad reafirma una realidad que algunos sectores de la sociedad civil se han negado a aceptar y es que las Farc son los menos interesados en lograr la paz en el país.

De ahí que sus acciones siempre sean confusas y nunca haya elementos concretos que validen un camino de reconciliación.

Más allá de lo que consideremos apropiado o inapropiado, debemos entender que no puede existir un dialogo real cuando una de las partes miente, engaña y pretende cambiar la realidad de sus actos a partir de argumentos más próximos al cinismo que a la realidad.

Para las Farc la paz es el espejismo con el que logran disfrazar de causa socialista, algo tan capitalista como lo es el monopolio que ellos ejercen en Colombia como cartel de narcotráfico.

La pregunta es ¿por qué permitir espacios en los que se ponga en tela de juicio al Estado y se legitime la mentira y el narcotráfico?

@barrerajavier