JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Sábado, 19 de Noviembre de 2011

Medios desmedidos

 

Es  irónica la crítica de moda hacia Bogotá y, de paso, a los “círculos sociales de la sociedad capitalina”. Desde el ensañado discurso uribista a los cócteles bogotanos, hasta la injusta crítica a la Universidad de los Andes, publicada por Cecilia López en el periódico Portafolio.

Lo cierto es que así como existen los cócteles “capitalinos”, oscuros y malévolos para Uribe, también existen los antioqueños, y también existe prensa como el periódico El Colombiano, cuyos editoriales parecen más los de una república federal que desconfía de sus vecinos y no los de un periódico regional.

La prensa, y los medios en general, no se escapan a esos intereses mezquinos que caracterizan al ser social en sí y, por el contrario, son el brazo ideológico de cada grupo que disputa la hegemonía de sus ideales.

El problema, para todos, es que no han entendido que la punta de las pirámides en Colombia está dominada por un régimen económico que actúa en pro de un interés particular. Así las cosas, cuando Uribe se queja de Bogotá, realmente se queja porque una parte del régimen le impide consolidar una totalidad del suyo.

Cuando Francisco Santos se queja de la prensa bogotana, realmente se queja de cómo el régimen lo ha dejado al margen de sus anhelos egocéntricos. De hecho, resulta absurdo que el ex vicepresidente esté despotricando de esa misma lógica mediática que su familia fundó y que él mismo dirigió.

Para la muestra sus declaraciones en las que, en nombre de la cadena radial RCN, incita a la violencia por parte del Estado, y alerta de acciones violentas a una masa estudiantil que claramente actúa con más pasión que cerebro.

En un país sensato, en el que los medios no fueran eso que crítica Santos, él mismo habría pagado con su puesto la insensatez de sus opiniones. Su argumento se derrumba en la medida en que, a pesar de la falta de tacto y cerebro, él mismo puede conservar su puesto después de opinar.

“Meterle corriente a los muchachos” suena divertido porque lo hace un Sancho Panza de la política; sin embargo, más allá de la mofa, resulta espantoso que en un país tan castigado por la desigualdad y la violencia, una figura pública pueda decir tal estupidez sin que haya una sanción corporativa.

Que una cadena radial no cuestione argumentos de ese calibre demuestra que el régimen clientelista, ese que se enquistó en la política colombiana hace años, ha logrado hacer metástasis y ahora pretende adoctrinar con basura desde los medios.

La gran máquina que debería crear consenso y claridad en la sociedad, es ahora un brazo político que sirve para llenar de basura el cerebro de la audiencia porque, a juzgar por ciertos ejemplos, lo que vale es la cuota. Para la muestra, aquel Yamhure que hace poco salió de El Espectador.

@barrerajavier