Este 1 de septiembre faltó un reportero que le dijera a Colombia que parte de sus mares estaba en serio peligro y que los expresidentes vivos no tuvieron el valor de abandonar viejas rencillas para recomendar al gobierno, la manera de defender una parte de esta patria. Uno que con su pluma, veracidad y destreza, dejara al descubierto la escasez de vacunas contra el covid, ese que le arrebató la alegría con que celebraba el amplio y prodigioso futuro que le depararon su manera de ser, de actuar y de comportarse en esta sociedad.
Siempre fue un gran periodista, un gran amigo y un extraordinario maestro de una profesión que tanto añora las enseñanzas de maestros de la talla de Javier Ayala.
Pregonó siempre el enjuiciamiento “crítico que permita a los pueblos conquistar y hacer respetar su libertad de información, en forma oportuna, veraz y leal, así como a expresarse sin presiones privadas o estatales en los medios de comunicación”.
Empezó su brillante carrera periodística en el diario EL SIGLO, en donde al lado de maestros como Arturo Abella, Gabriel Cabrera, Darío Montoya, Juan Darío Lara y tantos más manejaban el arte de informar con la más alta calidad.
Cartago, su tierra natal, lo recordará siempre, cada 9 de agosto, fecha en que ambos celebraban el cumpleaños.
Javier fue multifacético en el campo del periodismo: radio, prensa, televisión, cine, en agremiaciones como el CPB, del que fue presidente, Alacode, donde se desempeñó como director continental.
Siempre escuché palabras elogiosas y amistosas de quienes lo conocieron personalmente o a través de los medios. Su erudición, sabiduría e ilustración, lo llevaron al estrellato en el campo de la información económica en varios medios: El Tiempo, El Espectador, Caracol, Todelar, su agencia de noticias Alaprensa, Contrapunto y demás organizaciones periodísticas.
Con él fundamos y dirigimos el Noticiero Nacional, en el cual presentó, como primicia, el atentado contra Luis Carlos Galán. Fue el informativo con mayor sintonía que haya tenido Colombia.
Javier fue un gran lector y escritor, muy amigo de Gabriel García Márquez y muchos intelectuales, pensadores y artistas. Junto con los periodistas del Noticiero Nacional, tuvo que soportar la persecución del narcotráfico, con Pablo Escobar a la cabeza, quien no perdonó que se publicara su imagen tras las rejas.
Javier fue extraordinario miembro de familia. Educó a sus hijos, Adrianita, Javier, Ricardo y Juan Manuel, como unos profesionales servidores de la sociedad. Su esposa Carmen, fue su gran compañera.
El gran maestro e incomparable jefe del periodismo se nos fue, pero deja una huella imborrable de profesionalismo, que los colegas deben mantener en su mente, para que esta Colombia se beneficie de un periodismo claro, limpio y de beneficio social.
Adiós querido Javier: goza en la gloria del Creador.
BLANCO: Gaviria busca firmas, porque no dependerá de los partidos.
NEGRO: Se completó la hegemonía: fiscal, procuradora, contralor, defensor del pueblo y ahora un Banco de la República, dependientes de Duque.