JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 9 de Febrero de 2012

¡Todo tiempo pasado fue mejor!

Hace algunos años me enseñaba mi abuelo que la mayoría de los miembros de las Altas Cortes de la Justicia y de los Tribunales, eran ejemplo de prudencia, de sabiduría, de justicia, de equidad, de respeto, de honor, de reconocimiento y de dignidad. Me recordaba él, que eran casi nulas sus apariciones en prensa o medios de comunicación (por cuanto no pretendían figurar, sino impartir justicia en su sentido más profundo), y que cuando lo hacían, la compostura era su norma. Ello lograba un sano equilibrio de poderes con el legislativo y el ejecutivo.
Decía el abuelo, que era muy raro oír magistrados censurando políticamente a expresidentes, o descalificando acciones de la justicia con criterio político. Era más raro ver componendas políticas para elegir a altos dignatarios del gobierno, quizás porque dichas funciones no las ejercían y no les interesaba hacerlo. Ver a un exjuez o exmagistrado en una carrera política, era entre indignante y repudiable, porque esa carrera correspondía a otros y era impensable usar la justicia para ser elegido.
El abuelo difícilmente oía a magistrados o jueces pidiendo recursos del fisco para engrosar la burocracia (que no existía y que no aspiraban a que existiera), y menos aún, demandando altas pensiones en beneficio propio y basadas en pleitos logrados con sus amigos de Cortes hermanas. En buena medida por cuanto la Magistratura de los amigos de mi abuelo era más una dignidad que una fuente económica de subsistencia. Adicionalmente me decía mi abuelo que a esos altos cargos de la Rama Judicial se llegaba al final de la vida, y no se les usaba como trampolines de posición profesional o social.
Mi abuelo no recuerda nunca que un juez o magistrado usase las sentencias para atentar contra la dignidad de una institución nacional como las Fuerzas Militares. Menos aún que tratase, en actos de soberbia infinita, de juzgar por segunda vez a un expresidente de la República, previamente declarado inocente, desconociendo al actor que imparte esa justicia e invitando a la Corte Penal Internacional (que nada tiene que ver en el asunto).
Impensable y nunca antes visto en la época de mi abuelo, eran magistrados o jueces investigados por cercanía a la mafia o a poderosos delincuentes.
Alguna vez creíamos que no era cierto que todo tiempo pasado era mejor: lo que aparentemente estamos viendo es que toda regla tiene su excepción.
De postre. Se equivocan los países del ALBA al presionar a los demás miembros de la Cumbre de las Américas, para lograr que Cuba participe en dicho evento. Se equivocan por cuanto efectivamente Cuba no es un paradigma de libertades democráticas. Pero se equivocan igual los Estados Unidos al señalar que Cuba no cumple con dichas libertades y por ende no puede estar en la Cumbre. Se equivoca E.U., porque con ese mismo criterio no podría participar Venezuela, y sería dudosa la participación de Nicaragua, Bolivia y Ecuador.