JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 6 de Septiembre de 2012

Sentimiento agridulce

 

Cuando vemos los nuevos acontecimientos del proceso de paz que inició, se pueden tener sentimientos encontrados, pero sobre todo la esperanza de que esta audaz y/o peligrosa apuesta, produzca los réditos necesarios, que le den al país la nueva esperanza en su propio futuro. De pronto, de eso se trata un proceso de paz, y es inevitable dejar de vivir esas sensaciones.

De un lado, la esperanza de que Colombia alcance lo que hace más de treinta años no ha sido capaz. La alegría de imaginarse un país sin terrorismo, sin violencia, sin narcotráfico, sin odios ni rencores para esta y las futuras generaciones. La alegría de evitar seguir malgastando nuestros recursos en la depredación y la diferencia. Se percibe que algo bueno puede venir y ello crea enormes expectativas, que mal manejadas pueden producir peores frustraciones.

Al mismo tiempo aparecen dudas e inquietudes. Las más grandes es que todo este proceso sea sólo una estrategia política reelectoral y la segunda una duda sobre el trazado del camino y las estrategias adoptadas en ese sendero hacia la paz.

En la primera dirección preocupa que, por lo que se insinúa en el Gobierno, esto termine siendo un tema de seis meses, como si la paz se pudiese sensatamente lograr en ese plazo. La sensación que queda, que esperamos no sea la voluntad, es que se juegue el tema a seis meses y si al cabo de ellos no hay avance se utilice el mismo tema para capitalizarlo políticamente. En otras palabras, se promueve la paz y si funciona se capitaliza, y si no funciona, se manda un mensaje contrario a la opinión pública y de rechazo a la guerrilla por su actitud, que también se capitalice políticamente (un juego de póquer de paz). Preocupa entonces que la agilidad sea más el resultado de una estratagema política que el real convencimiento de que el país requiere un momento de paz pronto.

Pero preocupa también que la táctica utilizada parezca equivocada. Es poco sensato negociar en medio del terrorismo y de la violencia. Haber detenido el conflicto y evitar pérdidas de vidas y deterioro de la capacidad económica del país, hubiese sido más inteligente y deseable. ¿Qué va a pasar al primer acto de violencia de las Farc? ¿Será que la sociedad se come esos sapos tan fácilmente? Preocupa asimismo que las negociaciones abran una puerta tan grande como discutir temas profundos de una agenda nacional, y que dichos temas sean discutidos solo por una parte y no por el resto de la sociedad que puede pensar distinto. En países exitosos en procesos de paz, dichos acuerdos se hacen con todos los actores posibles (incluso los más lejanos a la negociación), justamente para que el proceso sea Política de Estado y cuente con el concurso de todos.

Dividir el país entre amigos y enemigos de la paz impide la construcción de una política de paz nacional y termina en una paz muy poco consistente y duradera.

Jrestrep@gmail.com