JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Febrero de 2012

De mano propia

El cúmulo de expectativas en todas las regiones del país, alrededor del paso lento de sus autoridades para prender los motores de las obras de desarrollo, recuperación urbana y fortalecimiento de políticas sociales, entre otros, deja al descubierto que el origen está en los mismos gobernantes, con personalidad envuelta, entre incapacidad, debilidad o arrogancia.
Esa abundancia de obras inconclusas, escasez de realizaciones y lentitud en el comienzo de proyectos, que son reclamados con urgencia, muestran que más allá de la corrupción, conflictos y la desidia corresponden en alto porcentaje a la falta de preparación de los elegidos para ejercer el cargo.
Olvidan que la elección por voto ciudadano implica trabajar en orden, escuchar sugerencias, confrontarlas con sus iniciativas, decidir los proyectos en orden de prioridades y emprender la marcha para entregar resultados a tiempo.
Una cosa es el conocimiento producto de la formación académica y otra el temperamento y perfil, de quien está convencido de que tiene capacidad para gobernar con toda una sociedad, sin excluir a ningún sector por estratos económicos, religiosos, políticos o preferencias personales. Ir en contravía es anticipar una eventual estrellada gubernamental.
A los cargos se debe llegar aprendido y no a aprender, recuerda un principio válido, que no va en contraposición con los títulos profesionales. Lo ratifican quienes fomentan la formación de líderes para todas las actividades.
Este panorama brumoso en Bogotá se advierte en polémicas y rectificaciones entre el alcalde, autoridades nacionales y medios privados. La tendencia hace prever que dentro de 4 años se repetirá la frase “aquí no pasó nada, seguimos igual”.
Mejor será que la ciudadanía, de manera organizada, por su cuenta y riesgo, y sin transgredir la Ley, decida cómo ejecutar sus propios modelos en movilidad y transporte; recuperación de vías, con orden cívico; iluminación pública y limpieza en cada una de las veinte Localidades, sin esperar soluciones de las entidades del Distrito Capital.
Cada Localidad equivale en población y territorio a muchas capitales de Departamento, y algunas zonas, por habitantes y extensión, son comparables a ciudades intermedias. Razón suficiente para hacer equipos de trabajo eficiente.
Es argumento para que se formen comités cívicos ciudadanos, con empresa privada e instituciones particulares en general, para buscar fórmulas de reordenamiento social, inclusive generadoras de empleo, que sin duda darán ejemplo a las autoridades capitalinas.
Bien podrían asumir iniciativas en sectores limítrofes con municipios de Cundinamarca, para comenzar una integración práctica en necesidades y servicios.
De mano propia, con creatividad, la ciudadanía puede hacer más que sus autoridades.