Juan Álvaro Castellanos | El Nuevo Siglo
Jueves, 7 de Abril de 2016

LA OTRA CARA

Exequias invadidas        

 

LA empresa privada tiene derechos y deberes para el ejercicio de su actividad de manera libre pero responsable ante la sociedad, según normas comerciales establecidas por Ley, sin alterar costumbres en el orden social de la ciudadanía, y menos aún, irrumpir en la privacidad individual, o de un grupo de personas.

Por estos días, algunas empresas aseguradoras de pólizas exequiales presionan ventas ofreciendo servicios que no pueden cumplir. Cuando lo hacen, invaden las salas en momentos de velación, con canciones y propaganda de la aseguradora, al puro estilo de feria pueblerina.

En medio de un entorno natural de condolencia y dolor, activan música inclusive con canciones populares, supuestamente para romper el clima de tristeza en medio de la despedida al fallecido.

La sala es lugar privado, de manera independiente de las creencias religiosas de los deudos, que han acudido a una funeraria. Durante la invasión publicitaria al antojo de la aseguradora, sus agentes permanecen en las salas con chalecos alusivos al logo y nombre de la empresa, como si estuviesen en  en un campo deportivo o en una tarima de espectáculos.   

Al recibir usuarios entregan plegables, folletos y carnés de afiliación citando funerarias de reconocido nombre y eficiencia, en el caso de Bogotá, pero sin tener ningún acuerdo comercial con ellas.

 

 

Cuando el usuario solicita servicio ante el fallecimiento de un familiar, y selecciona una de las mejor calificadas en la ciudad, la aseguradora responde que no hay cupo para atender en esa funeraria, y les ofrece, la que hace parte de sus arreglos, y no la que el afiliado desea, según listado entregado cuando adquirió la póliza.

Esa maniobra, parece de mercado popular de restaurantes y bares, en sitios populosos, disputando clientela hombro a hombro.  El fallecimiento de una persona implica ante todo, mesura y prudencia.

Desdice que lo hagan aseguradoras en servicios funerales. Esas empresas están conminadas ante la sociedad a revisar el sistema, eliminando prácticas innecesarias, como la música, no por sentimentalismo de las directivas de empresas  exequiales  y de los  usuarios, sino por respeto a la decisión ciudadana para despedir a alguien, lejos de escándalo.

En algunos pueblos despiden al mandamás de la región, con rancheras, tangos, y  dos vueltas a la plaza, pero no en sitios privados.

Otra cosa es el engaño comercial que debe quedar en conocimiento de la Superintendencia de Industria y Comercio. Las funerarias están en su derecho a proteger su nombre con privacidad y seriedad, en beneficio de los usuarios. 

 juanalcas@yahoo.com