Juan Daniel Jaramillo | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Septiembre de 2015

La advertencia de Mac Master

BRUCE  Mac Master, presidente de la Andi, acaba de advertir acerca del decrecimiento de la industria en el país. El momentum lo tienen hoy en el debate económico global el ataque a la austeridad fiscal y el favorecimiento a políticas redistributivas claramente asistencialistas. Por ello es trascendental la advertencia de Mac Master de que el crecimiento como prioridad de política económica no puede volver a ocupar lugar de segunda.

La literatura anti crecimiento tiene de nuevo sus exponentes recursivos en todas las latitudes. Entre ellos Axel Kicillof,  actual ministro argentino de Economía. De Smith a Keynes-Siete Lecciones de Historia del Pensamiento Económico [Eudeba, 2012] es una apología del gasto público y la distribución reglamentada del ingreso. De corte más filosófico se encuentra La Mytique de la Croissance-Comment s´en libérer [Flammarion, 2014] del economista francés Dominique Méda que vuelve a postular la muerte del factor trabajo, como lo hicieron Keynes y Habermas.

Los resultados negativos o mediocres de la economía anti crecimiento fueron padecidos por América Latina durante casi cuatro décadas. La paz que parece despuntar y el entendimiento con un movimiento insurgente de inspiración izquierdista no puede bajarle la guardia a los motores conceptuales de la economía colombiana, que son los invocados por el dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado desde 1972 y acogidos en buena hora por la administración de César Gaviria.

Bien saludable sería, ahora que las Farc anuncian su incorporación a la emulación democrática sana y la dejación de las armas, que fueran sus contingentes los que acogieran las tesis socialistas, maltrechas hoy por los mediocres voceros y desastrosos elegidos de la izquierda institucional colombiana. Allí está el nicho político que pueden ocupar Iván Márquez y sus compañeros.

 

Mientras ello ocurre pensemos que en la década de los 50 los economistas veían en China e India probabilidades ciertas para ser pioneras del modelo a ser seguido globalmente. China representó la economía controlada por el Estado, asistencialista y enemiga del mercado. India lo fue, así mismo, bajo la dirección de Nehru, hasta 1990 cuando se introdujo la liberalización radical en todos los segmentos de la economía.

Jagdish Bhagwati [Borges de la economía a quien se la he negado el Nobel] y Arvind Panagariya, profesores de la Universidad de Columbia, publicaron hace poco el libro Why Growth Matters [Public Affairs, 2013] que es respuesta documentada e irrefutable a la literatura neo-socialista de los indignados globales. En su trabajo prueban, con una abundancia de cifras que sería imposible transcribir aquí, un postulado claro. Sólo una estrategia puede levantar a los pobres en forma sostenida de su atraso: el crecimiento económico estimulado por los mercados y políticas liberales (emblema del conservatismo global).

India es en sus dos etapas diferenciadas el laboratorio de análisis que destruye las ideas enmohecidas de los neo-socialismos y sus mitos consuetudinarios: el llamado neo-liberalismo apadrina la injusticia social, la educación y la salud no son objetivos centrales del desarrollismo (llamémoslo  así, sin miedo), el crecimiento no es necesario para aliviar la pobreza y es la redistribución desde el Estado la que ejerce esta función, el crecimiento no es suficiente para reducir los índices de pobreza y sólo el Estado puede acometer la tarea.

Mac Master puso el dedo en la llaga cuando la maleza conceptual crece con furor otra vez. Hay que temerle al no crecimiento de la economía.

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Es necesario que la opinión empiece a conocer en detalle lo ocurrido en la justicia penal internacional a partir de su nacimiento. Empezando con Nuremberg hasta la Corte Penal Internacional. Desde los 60 millones de víctimas de la Segunda Guerra hasta los conflictos africanos, el objetivo jamás ha sido la erección de cadalsos multitudinarios. Sobre las 100,000 ejecuciones que pedía Stalin ganó la visión de paz de Churchill: no más de 60 sentenciados.