Juan Daniel Jaramillo Ortiz | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Enero de 2016

LA CLASE CREATIVA

Bogotá, ¿ciudad inteligente?

“Se trata de establecer conocimiento futurible y accionable”

 

 

No  se trata de construir con subsidios estatales faraónicos parques industriales, en muchos casos obsequios generosos a grupos de interés. La idea de distritos de renovación en zonas deprimidas de centros urbanos vienen mostrando su éxito en varias ciudades. Ejemplos son Berlín, Barcelona, Amsterdam, Bilbao, Londres y Medellín.

 

Tech City,al este de Londres es, a juicio del experto Richard Florida, el paradigma de éxito más reciente: en 2010 florecían 85 emprendimientos, en 2012 había 5.000 y para 2015 cerca de 7.000. El área inició autónomamente  una transformación urbana que ha sido el epítome del relanzamiento de lugar deprimido.  Un estudio reciente documenta lo que constituye desarrollo urbano orgánico, empujado por los factores proximidad, densidad, espacio económicamente asequible, conectividad y comodidades.

 

Así, han emergido, ligadas a los nodos de servicios financieros y económicos, capas de industrias creativas asentadas en los tejidos conformados por creadores pujantes. Gran parte de ellos con orientación global como lo prueba el hecho de una tercera parte han establecido oficinas en otros países.

 

Pero no estamos ante un fenómeno del llamado primer mundo. Hyderabad, India y Espíritu Santo, Brasil son muestras adicionales. Hay que repetir: no se trata de parques industriales, defendidos por mallas y videos de seguridad. Se trata, sin embargo, de embriones de riqueza monitoreados y ayudados por autoridades locales.

 

En algunas ciudades, como Seúl, Yakarta y Helsinki se sacan adelante modelos de planeación urbana a través de propuestas como crowdsourcing y brickstarter. La primera, colaboración abierta o alianza flexible distribuida ampliamente entre una comunidad con un propósito económico determinado. La segunda, iniciativa virtual de renacimiento urbano –de origen finlandés- que va generando sus frutos a partir de esfuerzos e ideas comunitarias. En una y otra se trata de sociedades civiles actuantes que plasman en cambio urbano positivo los réditos de la nueva economía.

Recuérdese: no son parques industriales.  Es crecimiento económico originado en las bases. En la clase creativa bautizada así por Richard Florida, director del Martin Prosperity Institute de la Universidad de Toronto. A estas bases les llega capital de riesgo [joint venture] que fluye hoy globalmente.

 

Aquí, la cooperación del Estado -vía entes metropolitanos- es esencial. McKinsey e IBM  advierten en estas dinámicas la conformación de ciudades inteligentes. Un documento de trabajo de IBM habla del emprendimiento de un viaje en el que las ciudades deben prepararse para un cambio que es y será fundamentalmente revolucionario.

 

El desafío es la puesta en marcha y utilización de sistemas de próxima generación que  se erigen en parámetros nuevos. Aquí el rol de las administraciones urbanas es determinante en términos de clarificación de directrices. La inteligencia, no la intuición o los golpes imaginativos -o las terquedades de administradores y gobernantes-  es el motor de la innovación. Porque los datos o las opiniones estáticas no son en sí mismos útiles sino la construcción de sistemas más inteligentes que permitan el establecimiento de conocimiento futurible y accionable.

 

No es especialización económica inducida -post-cepalismo disfrazado- sino especializaciones en emprendimiento inteligentes como producto de la iniciativa privada, en las cuales la diversificación, la cooperación social, la apertura y la presencia también inteligente del Estado son cruciales.

Es ni más ni menos que una acción donde la aproximación multi-level juega papel clave. Dentro de este sistema poco jerarquizado, Estado y actores privados son parte de un fin compartido: mayor bienestar.  Por una ciudad mejor para todos.

 

Los nuevos alcaldes deben mirar a los logros obtenidos en este sentido por el alcalde saliente de Medellín, Aníbal Gaviria. Y Bogotá, al trabajo  de primera calidad que adelanta Diana Gaviria Quigley y su equipo en ConnectBogotá.

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En Lima el conocimiento futurible se trabaja ya. No lo dicen las estadísticas pero se palpa, vivo y sagaz.