JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Septiembre de 2012

Con el Estado en la cabeza

EL  presidente Santos cerró la reconstitución del gabinete ministerial con dos nombres bien importantes: Juan Gabriel Uribe y Fernando Carrillo. A los dos nuevos ministros les sirve el viejo lugar común: les cabe el Estado en la cabeza.

 

Cuando la mayoría de compañeros de nuestro medio social y generación se distraían en su adolescencia y juventud con frivolidades encarnadas en automóviles vistosos y discotecas, a Uribe y Carrillo no les bastó cuanto les ofrecía su carrera profesional. Fue preciso ir más lejos y más hondo, sentando las bases de una formación multidisciplinaria con ramificaciones atendidas con juicio, además del derecho, en economía, historia, sociología, administración pública, filosofía. Ambos prolongan la condición intelectual de grandes de Colombia: Álvaro Gómez, Alberto Lleras, Alfonso López Michelsen, Luis Carlos Galán.

 

Al ministro Uribe le corresponde llegar al ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible cuando la opinión y sectores interesados perciben abandono en el despacho. Su compromiso es de inmediato enderezar procesos internos y agilizar la expedición de licencias ambientales. La tarea de prospectar procesos productivos más limpios e higiénicos es ejercicio continuo que le va a demandar rodearse de talento humano altamente calificado, con el último know how que definitivamente se origina en los países de Europa nórdica.

 

Y -no olvidar- la ratificación de la Enmienda de Prohibición de 1995 a la Convención de Basilea de 1989 que permite sacar adelante la jurisdicción para controlar los movimientos transfronterizos de desechos tóxicos. Una y otra vez he pedido en esta columna su ratificación, que importó un higo al funcionario Juan Lozano, director de orquesta del debilitamiento profundo y grave (calificado así por el exministro Manuel Rodríguez Becerra) del sector ambiental durante la administración Uribe. La absoluta dejadez, ineficiencia e incuria administrativas de Lozano, quien en dos años estará jurando su experticia (¡!) para la resurrección del río Bogotá en su campaña a la alcaldía, ha generado documentos críticos bien graves de las universidades europeas de Oxford y Leiden 

 

El ministro Carrillo también se encuentra con la necesidad de recobrar tiempo perdido en su cartera. No dan espera los proyectos de ley que modernizan funciones de departamentos y municipios, ajustándolos a los planes de ordenamiento territorial como gran desarrollo de la ley orgánica respectiva.

 

Sensible con grandeza a los temas participativos y de inclusión, el nuevo ministro también tiene el reto de desarrollar de manera integral la Convención de la ONU sobre Derechos de los Discapacitados a las realidades jurídicas colombianas. Y, el reto más grande, cristalizarlas materialmente.

 

El problema más grave que afronta el país según la última encuesta de opinión de Gallup es la corrupción. La Ley 1474 firmada por el presidente Santos requiere de un colosal esfuerzo de inteligencia en su implementación y despliegue. El secretario Carlos Fernando Galán ha resuelto ignorar experiencias valiosas de otros países y entidades no gubernamentales. Se percibe en su despacho un propósito de volver a inventarlo todo, desechando años de experiencia y trial and error de especialistas. Dentro de un año, la opinión estará reclamando resultados y aquí tiene el presidente Santos a un ministro único para macrogerenciar un proyecto que no puede quedar congelado en la letra muerta de la ley.

 

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 Uribe y Carrillo deben ser conscientes de que el país espera resultados pronto. Gestiones certeras y audaces pero prudentes los colocará en la línea de sucesión para 2018 donde nadie tiene nada escriturado y las opciones hasta ahora empiezan a despuntar.