JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Mayo de 2014

La resaca democrática

 

Otrora  se decía que las elecciones eran la celebración de la democracia, hoy en nuestro país pasamos directamente a la resaca, al guayabo. De nada sirve decir que hoy el país está eligiendo entre diferentes opciones de poder, entre diferentes visiones del país. La verdad es que elegimos entre cinco candidatos para seguir igual, porque tenemos un país polarizado entre personas y no entre ideas, como si al final hablar paisa o rolo lograra hacer de este un país mejor, o al menos diferente.

En el fondo cuatro de los cinco candidatos proponen básicamente lo mismo. Quizá con algunas diferencias en el tema del proceso de paz y de repente en algunas concepciones de libertades individuales, pero la idea de país es la misma, y aunque pretendan diferenciarse frente a la coyuntura actual con alguna crítica a las políticas del gobierno de Juan Manuel Santos, la verdad es que ninguno ni va a ir a pelear con Venezuela, ni van a acabar con los TLC firmados, ni va a terminar el proceso de paz en el momento en el que se encuentra. Es una cuestión de discurso, de show electoral. Nada más.

Clara, que es la única que puede llegar a decir que propone algo diferente, no es una buena candidata. Incluso creo que Zuluaga terminó siendo un mejor candidato, lo que ya de por sí es casi una ofensa. Queda claro que la izquierda no ha logrado consolidar una figura que permita creer en una verdadera alternativa de poder y que sigue refugiándose en esa incapacidad para mantenerse ahí, como flotando en una realidad que no deja de abrumarla y minimizarla.

Pero eso es lo que tenemos. Y vendrán los golpes de pecho, y las acusaciones, y las denuncias de fraudes que nadie puede nunca probar. Y mientras tanto el país seguirá siendo el mismo mañana, y los antiuribistas seguirán diciendo que Uribe es un paraco corrupto, y los uribistas que Santos es un guerrillero vendido, y el Procurador pidiendo que destituyan a Petro, y Petro acusando a las mafias por el fenómeno del Niño.

Porque si hay algo claro en Colombia es que las elecciones no cambian nada. Pronto veremos de nuevo a todos los expresidentes saludándose efusivamente y en medio de la cordialidad de antaño, como si nada hubiese pasado, porque la política es dinámica, y siempre nos dirán que los intereses de la Patria están por encima de las diferencias personales. Y entonces seguiremos con el mismo guayabo, sólo que añoraremos entonces unas elecciones para buscar un camino diferente, para terminar de nuevo votando por los mismos.

@juandbecerra