Algunas reflexiones
Con el inicio de los diálogos de paz, empiezan a salir a flote algunos fenómenos que parecen torpedos en medio de la esperanza colectiva de encontrar la tan anhelada paz, pero que en el fondo son la representación de una cultura popular que es intrínseca a nuestra naturaleza como país y que demuestran la necesidad de una intervención directa de las autoridades para generar cambios, no sólo en medio y en pos de las conversaciones que se adelantan, sino para el futuro que pretendemos construir.
El primero que es fundamental mencionar es el regionalismo exacerbado. De repente volvieron a salir las identidades regionales que se agreden y se distancian. El origen bogotano de Pastrana y de Santos, termina siendo una excusa para agredir verbalmente a los nacidos en la capital de la República, como si buscar la paz fuese una debilidad, como si algunos habitantes del resto del país fuesen mejores por abogar por mantener el enfrentamiento.
Este fenómeno es reiterativo en las redes sociales, sobre todo entre personas jóvenes que viven el pasado del país principalmente a través de lo que les han contado los medios y que del proceso de paz sólo vieron los resultados.
El segundo, y no menos grave, es una doble moral en contra de la insurgencia y a favor de personas hoy ya condenadas por diferentes razones. De repente son mejores personas los políticos vinculados con hechos delictivos, e incluso los mismos paramilitares, que hoy están en la cárcel, que los posibles desmovilizados de la guerrilla con una posible baja condena luego de los crímenes que han cometido. Muchos colombianos no entienden una justicia en pos de buscar una solución al conflicto, se enredan en la severidad de las condenas, se esconden detrás de los crímenes de otros.
Por último está la compleja distancia entre las ciudades y su visión de conflicto lejano, con lo que ocurre en las zonas rurales del país. En los centros urbanos los colombianos nos encerramos en que seguridad es poder llegar a las fincas, mientras miles de campesinos tienen que vivir entre balas y campos minados. Tenemos una conciencia urbana, nos olvidamos del resto del país.
Tan solo estos puntos podrían ser el principio de una conciencia de país que necesitamos despertar. En medio de todo el proceso que inicia es también una oportunidad para mirarnos y pensarnos como país, más allá de sus progresos. La paz también es la necesidad de una reflexión que debemos comenzar con nosotros mismos. Algo indispensable para algún día poder vivir en un ambiente de tranquilidad.
@juandbecerra