JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 13 de Enero de 2013

Relatividad

 

Aunque  el contexto y el proceso fue diferente, lo ocurrido en Venezuela esta semana me recordó lo que nuestro país vivió hace algunos años con la reelección del presidente Álvaro Uribe Vélez. La interpretación de la Constitución se volvió un proceso de relatividad ideológica, se alegó siempre una supuesta conveniencia para los ciudadanos, se utilizó la Carta Magna, se manipuló, se acabó con la institucionalidad.

Al final el país terminó supeditado a un líder, que por fortuna para nosotros, fue desestimado, pero que en el hermano país apenas está comenzando.

Venezuela hoy no tiene gobierno. La casi inexistente separación de poderes terminó manipulando un artículo de la Constitución para justificar un injustificable, un gobierno sin posesionarse, un Presidente que no está y que nadie sabe si vuelva.

Por encima de la identificación ideológica que cada uno pueda llegar a tener, en Venezuela fue más importante Hugo Chávez, y de paso Maduro y Cabello, que el país mismo, que la revolución que supuestamente lideran o lideraban, que el pueblo que los eligió en la calle.

Pero extrañamente aquellos que otrora alegaban una falta de consistencia de las instituciones colombianas en el capítulo de las reelecciones de Uribe, hoy son los más acérrimos defensores de una figura inconstitucional en Venezuela. Aquellos que lloraban por la extrema influencia del ejecutivo en el Congreso y las Altas Cortes, hoy celebran los pronunciamientos que en contra de las instituciones mismas permiten que no haya presidencia en el país vecino. Es Chávez y él sí es bueno, afirman, como si los seguidores de Uribe no hubiesen pensado lo mismo de nuestro expresidente, como si sus convicciones fueran tan buenas que diesen espacio para la flexibilización constitucional.

Ese es el problema de nuestro país. Si es bueno para mí, “tiene que ser” bueno para todos. Al carajo la historia institucional, al carajo la vida humana. Nos volvemos tan relativistas que los muertos causados por los paramilitares o por las guerrillas son en pos de una causa, no viles asesinatos de personas inocentes. Nos volvemos absolutistas, poseedores de una verdad, que aunque atente contra el mundo entero, es la única incontrovertible.

Por no evitar ese relativismo es que siempre nos hemos mantenido en las mismas. Por eso los muertos de nuestro periodo de la violencia, de las guerrillas, del narcotráfico y de los paramilitares. Porque el país y sus instituciones importan un bledo, mientras puedan ser manipulados para el beneficio de alguien que piense igual a nosotros.

@juandbecerra