JUAN FELIPE REYES | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Septiembre de 2014

Cuándo será…

 

Desde otras latitudes como ésta desde donde tengo la fortuna de  escribir esta columna mira uno con envidia cómo la obra pública se hace, se mantiene y funciona perfectamente. Acá sí entienden que la perfección en esas cosas que son las más simples para poder vivir son determinantes para la calidad de vida de las personas. La gente quiere pasar tranquilamente sus días de vida sin que nadie ni nada se los impida. Y, lo más importante, la gente ni pregunta ni le importa quien hace y mantiene las cosas así de bien ni mucho menos siente que si las hacen se las debe de por vida a un político o a una ideología determinada. Es más, no se le pasa por su cabeza que no sea así como está acostumbrado a que sea. Nosotros vemos eso como algo mágico e ideal pero para los afortunados habitantes de estos sitios simplemente las cosas son como deberían ser por regla general. Ni siquiera por la ley. Es una cuestión de fuerza natural de las cosas.

Podría explicarse sencillamente así: los habitantes pagan sus impuestos tal cual en un edificio residencial el residente paga la administración y el administrador se encarga de que todo esté perfecto y funcione. Esto tan simple trasladado a nivel macro, es decir, a una ciudad de Colombia, resulta imposible. Genera paradójicamente corrupción, violencia, desigualdad que termina acabando con la paz de las personas. Por ejemplo, nadie entiende cómo para repavimentar (no construir una vía nueva) simplemente repavimentar los huecos en Bogotá, la plata no existe (a pesar de pagar los ciudadanos sus impuestos  sagradamente) y si se hace se hace mal y por alguna razón toca volver a hacerla. Lógicamente contratando de nuevo.  

Sigamos creyendo que tanto debate e idea política nos va a hacer aparecer esas necesidades básicas y fundamentales de un día para otro. Por estos lares, por el contrario, sí aparecen mágicamente de un día para otro y sin debate e intervención política alguna. Las obras públicas y la satisfacción de necesidades básicas como lo es la infraestructura vial tan determinante para la satisfacción de derechos fundamentales deben ser superiores a cualquier ideología política. Es más, carecen de ideología. Se va la vida esperando que tapen 4 huecos y viendo cómo los políticos vuelven el interés general un escándalo personal  que en verdad ni nos interesa ni tenemos por qué saberlo.

@ReyesJuanfelipe