¡Jugando con candela! | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Febrero de 2019

Acaba de ocurrir una espantosa tragedia en México, que ha cobrado hasta el momento 117 muertos y múltiples heridos a causa de la explosión de un poliducto de la estatal petrolera Pemex, la cual fue provocada por una fuga del mismo. Esta, a su vez, se originó en la perforación del tubo por parte de mafias dedicadas al hurto del combustible, utilizando para el efecto la instalación de válvulas ilegales.

Esta desgracia nos trae a la memoria la acaecido hace casi 20 años en Machuca, corregimiento de Segovia, cuando un atentado criminal del Eln causó la voladura del oleoducto Colombia, seguida por la explosión del mismo y una conflagración que arrasó con ese pueblo y cegó la vida de 84 personas y causó heridas a otras 30.

Los “huachicoleros”, que es como denominan en México a quienes roban y trafican ilegalmente los combustibles, han recurrido a esta práctica que  por décadas ha venido desangrando a Pemex. Se calcula que este flagelo le infligió pérdidas que sobrepasaron los US $3.000 millones en 2017. Al explotar el ducto las llamas envolvieron a muchos de ellos, convirtiéndolos en teas humanas, pereciendo calcinados unos y otros resultaron con graves quemaduras.

México tiene mucho que aprender de Colombia en este frente, pues por muchos años el robo de combustibles desde la red de poliductos en el país se había convertido en una pesadilla. Ecopetrol le puso tatequieto. Esta actividad ilícita llegó a su culmen en 2002 con un promedio de 7.270 barriles diarios. Hoy en día dicho promedio no supera los 34.9 barriles diarios (¡!) .

¿Y cómo se ha logrado esta hazaña de reducir tan drásticamente este desangre? Ecopetrol puso en marcha una estrategia que combina la prevención, el uso de tecnologías avanzadas, la acción legal y la sensibilización de las comunidades asentadas en el área de influencia de la infraestructura de transporte de los hidrocarburos sobre los riesgos que entraña esta práctica ilegal.

El problema de Colombia es otro, el contrabando de combustibles desde Venezuela, el robo de crudo y los atentados contra los oleoductos. Las autoridades han sido incapaces de detener ese contrabando, el crudo extraído ilegalmente se utiliza para refinarlo y producir el combustible con destino a los cristalizaderos de los laboratorios de cocaína.

El blanco principal de los ataques contra la red de oleoductos ha sido el que transporta el crudo desde Caño Limón hasta Coveñas, casi todos de autoría del Eln; en lo corrido de este año se han registrado 10 ataques y en los 30 años que lleva de operación se han contabilizado 1.407 voladuras. Ello, además del impacto sobre el P&G de la industria petrolera, causa un impacto ambiental. Basta con señalar que durante este mismo lapso se han derramado 3.5 millones de barriles por cuenta de estos atentados contra los oleoductos y el medioambiente. Quienes así actúan están jugando con candela y poniendo en riesgo a personas inocentes.

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*Miembro de Número de la ACCE