La vicepresidenta de los Estados Unidos pasará a la historia como la protagonista de una campaña presidencial inédita. No sólo asumió la candidatura 100 días antes del 5 de noviembre fecha de la elección, sino que en cuestión de horas logró convocar a todo el partido demócrata en favor suyo y, mucho más que semejante hazaña, consiguió que una ola de esperanza y hasta de optimismo se apoderará del ambiente de la campaña. Algo realmente inusitado.
Los apoyos de los diferentes estados, los refuerzos que ofrecían los expresidentes demócratas y exfuncionarios de muy alto nivel colocaron en pocos días su aspiración presidencial en lo más alto que se podía esperar. Alguien ya estará escribiendo un libro sobre cómo en tan pocos días se pudo recuperar dinamismo que estaba perdido y como actitudes que no contribuían al éxito del triunfo demócrata muy rápidamente se diluyeron para alimentar una campaña que ofrecía frescura, posibilidades de ganar y una alta credibilidad.
Algunos señalan altibajos en este proceso, pero muy pronto verifican que estos han sido superados. La escogencia de su vicepresidente fue muy aplaudida y en general sus movimientos, actitudes, posturas le han dado satisfacción a unos votantes que ya habían perdido la ilusión o que estaban invadidos por el escepticismo.
El debate del martes 10 de septiembre como que sintetizó todo esto y mucho más. La expectativa la favorecía. La gente quería saber realmente cómo Kamala podía debatir a un hombre experimentado y de expresiones muy inusuales sin dejarse amilanar y mostrando un conocimiento apreciable de todos los temas que trato y una capacidad de transmitir críticas muy fuertes al presidente Trump sin haberse excedido y, más bien diría, buscando evitar una mayor confrontación y una polarización aún más radical.
He visto dos veces el debate. La segunda vez para apreciar el manejo facial que hacía Trump. Por supuesto, un enorme contraste con los gestos amables de Kamala. La persona que estaba sometida a un escrutinio muy crítico era ella. A él ya lo conocíamos y lo teníamos evaluado. Con respecto a ella teníamos preguntas, dudas y preocupaciones. Todas quedaron muy bien despejadas porque su desempeño fue muy satisfactorio. No se podría decir, y no se trata de eso, que le ganó el debate a Trump o que lo colocó contra la pared o que lo dejó sin argumentos o qué lo llevó a mostrar sus peores defectos.
Tengo la sensación de qué los televidentes en Estados Unidos y en otros países quedaron con una opinión muy favorable hacia Kamala, una opinión que los lleva a considerar que sí tiene un dominio de temas muy complejos, que se expresa con fluidez y coherencia, y cuando corresponde es vehemente pero que sabe contenerse y no quiso convertir críticas justas en afirmaciones escandalosas. Algunos podrían criticarla por eso seguramente hubieran preferido unas afirmaciones más contundentes con respecto al 6 de enero, o a los delitos que diferentes jurisdicciones están considerando o con respecto a comportamientos particularmente referidos a mujeres.
No creo que este debate permita concluir quién gana las elecciones y quien las perderá. Pero se le permitió a 67 millones de televidentes, muchos de ellos indecisos formarse una opinión apropiada sobre una candidata que surgió hace unas cuantas semanas. Ojalá este conocimiento ayude a construir una opinión que favorezca la democracia de Estados Unidos y así la de los países que buscan imitarlo.
Las palabras de conclusión de ambos candidatos son muy reveladoras. Las de Kamala recogen el optimismo que permea su libro publicado en el 2019 " Las verdades que sostenemos". Como ella es un producto eminente de un proceso de inmigración, ella encarna el verdadero sueño americano, ella sabe que Estados Unidos no sólo es un país muy generoso, sino que le abrió muchas puertas que ella supo aprovechar no obstante situaciones difíciles, porque estas forman parte del sueño americano. Ella no parte de ninguna manera del pesimismo de Trump que ve a Estados Unidos como un país decadente, que está muriendo y que solamente él es capaz de rescatar. Dos historias de vida completamente diferentes.
Difícil para Kamala, cuando ya ha logrado tanto, tener que lidiar además contra dos atentados que han puesto en peligro la vida de su contrincante. Realmente, una campaña inusitada.